sábado, 6 de febrero de 2021

 ¿QUE ES? LA TEOLOGÍA DEL PACTO


La Teología del Pacto enseña la unidad de las Escrituras y el Pacto de Gracia a través de toda la historia. Contempla los pactos como una especie de sub-pactos de un mismo Pacto de Gracia administrado de formas diferentes pero el mismo en esencia y con los mismos principios.

Hace poco hablaba con unos hermanos Bautistas Particulares y me decían que creían en la Teología d...el Pacto pero que no creían en el Bautismo de niños. Esto para mí fue algo extraño. No entendía que no entendieran y que se les hiciera tan difícil entender la similitud de los pactos si veíamos y entendíamos que era el mismo solo con maneras externas distintas.

Con el tiempo descubrí que los llamados "Bautistas Reformados" tenían su propia Teología del Pacto diferente a la heredada de la Reforma para así mantenerse como credobautistas y confundir
 a aquellos que quieren seguir los postulados verdaderos de la Reforma.

Esta falsa Teología del Pacto es lo más parecido al dispensacionalismo progresivo, amputa la Escritura, rompe con su unidad y pasa por encima los Pactos antiguos para pasar del Pacto de Redención, elaborado en la eternidad, para traerlo al Evangelio, ignorando los pactos previos y la luz que emanan de ellos, es algo así como pegar un salto de garrocha desde Abraham hasta cristo olvidando o ignorando todo lo que ocurrió en medio de estos dos lugares

  Por este motivo, ignorando el Pacto Eterno de Abraham con su señal sobre los niños bajo la circuncisión, y reemplazado en el evangelio por el bautismo, deducen bajo una interpretación aislada y letrista del Nuevo Testamento que solo los adultos profesantes se pueden bautizar.

Para mayor engaño lo han querido convertir en una especie de pugna entre presbiterianos y bautistas reformados ¡Nada más lejos de la verdad! La Reforma es mucho más que denominaciones y su teología es clara, por no hablar de la inconsistencia de autodenominarse "Bautista Reformado", porque la Reforma en sí rechazó a aquellos que rechazaban el bautismo de los niños de padres cristianos. Es como autodenominarse pentecostal y decir que no cree en la vigencia de las lenguas o las imposiciones de manos para sanidad divina.

Con todo, sobra decir que quien quiera seguir esta forma de Teología del Pacto es libre de hacerlo, pero es necesario que todos sepan que no es la verdadera Teología del Pacto heredada de la Reforma bajo el fundamento de los apóstoles y profetas de nuestro Señor Jesucristo


El "Nuevo Pacto" no es "otro" Pacto en sí mismo, sino el mismo Pacto de Gracia administrado de manera que para los judíos sería novedosa, pero que en sí es el mismo pacto eterno de Abraham. Incluso el mismo Pacto Sinaítico  (Moises) era de Gracia, solo que administrado bajo sombras y figuras. Si entendemos esto, hemos entendido mucho.

El viejo pacto (envejecido o a punto de desaparecer) dice Pablo quiere decir que ya Dios no trabajaría con signos y símbolos que apuntaban a Cristo sino que en el Nuevo Pacto el Verbo ya estaría presente por su encarnación, y que los sacrificios de animales que apuntaban a Cristo sería hecho por Cristo mismo como el Cordero de Dios.

Y así otras muchas cosas, como el sacerdocio de Aarón, que sería reemplazado por el Sacerdocio eterno de Cristo.

«Hermanos, hablo en términos humanos: Un pac...to, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.»
(Gálatas 3:15-17 RV1960)
Para concluir cito la Confesión Reformada de Westminster:

7. Del Pacto de Dios con el hombre
V. Este pacto era ministrado de un modo diferente en el tiempo de la ley y en el del Evangelio. Bajo la ley se ministraba por promesas, profecías, sacrificios, la circuncisión, el cordero pascual y otros tipos y ordenanzas entregados al pueblo judío; y todos señalaban al Cristo que había de venir, y eran suficientes y eficaces en aquel tiempo por la operación del Espíritu Santo, para instruir y edificar a los elegidos en fe en el Mesías prometido, por quien tenían plena remisión de pecado y salvación eterna. A este pacto se le llama el Antiguo Testamento.
 

Juan Sanabria Cruz
- Pastor -

 



Prefacio de Mensajes Biblicos:
Aquellos  que incorporan el culto público himnos y canciones echas por hombres no admiten la Salmodia como única forma de canto congregacional, partiendo de la base de que si Dios no prohíbe literalmente algo lo está permitiendo, para esto hacen  aseveraciones a fin de desacreditar el uso exclusivo de los Salmos preguntando por ejemplo  si Dios no  ordena que tengamos bancas en la iglesia por lo tanto tendríamos que estar todos de pie, y cosas semejantes, por otro lado aquellos que preferimos no hacer nada en las reuniones que no esté ordenado nos basamos en la palabra de Dios que claramente enseña sin dejar lugar a invenciones, como debemos adorarle, ejemplos tenemos a montones en la escritura como el caso cuando dio claras y precisas instrucciones a los Judíos sobre la construcción del tabernáculo aun hasta el detalle más pequeño, como cuidara entonces respecto al contenido de la adoración, claramente no deja cosas libradas a la imaginación, sino que o por buen ejemplo o estudio podemos encontrar en la Biblia todo lo necesario para no errar en estas cosas,  hallamos uno en Levítico 10:1: Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó.

Es bien claro, nada que no esté ordenado debe incorporarse a la adoración de un Dios santo y perfecto en realidad nada tenemos para aportar a su palabra ni nada tenemos para enriquecer u ofrecer que no provenga de el mismo, por otro lado pensemos ¿de que? tamaño tendria que ser la Biblia si incorpora todas las ocurrencia humanas para prohibir ¿seria descabellado no?  debemos entender que a Dios solo lo que es de Dios.
 


 por Edgar A Ibarra Jr.
«Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían» Lucas 24:27.
« Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas»  Hechos 6:2.
« Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así»  Hechos 17:11.
Cuando leemos en el Nuevo Testamento (NT) que Jesucristo y los varios apóstoles hacen referencia a las Escrituras o la Palabra de Dios, ¿pensamos en ese momento a qué Escrituras o Palabra se refieren?  ¿Cuáles fueron las Escrituras que Jesucristo hace referencia? Muchos contestan bien, el Antiguo Testamento (AT).  ¿Y qué con los apóstoles? Lo mismo ¿verdad?
Miren Hechos 17:11 que sito arriba. El autor, Lucas, hace referencia a los de Berea.  ¿Quienes fueron y de dónde?  Berea, que ahora se llama Veria, era una ciudad griega situada aproximadamente a 73 km de Tesalónica. Desde el relato bíblico, sabemos que Berea era una ciudad tanto de judíos como gentiles, porque había una sinagoga judía.  ¿A qué Escrituras escudriñaban cada día para ver si estas cosas eran así?  Claro las únicas que existían en ese día, el Antiguo Testamento.  Pero un momento.  La mayoría fueron griegos.  ¿Cómo pues leían el AT?  ¿Qué no estaba escrita en el hebreo?  No. No fue en el hebreo. El AT que se usaba en la Iglesia, y la que usaba el Apóstol Pablo no fue de idioma hebreo, sino la Biblia griega, comúnmente llamada Biblia Septuaginta o Biblia de los Setenta (Μετάφραση των Εβδομήκοντα), y generalmente abreviada simplemente LXX.  Esta fue la versión que usaba la Iglesia y la que el NT cita cada vez cuando cita versos del AT.  Se tiene que recordar que el griego fue el idioma  universal de esos tiempos. Además los judíos de Israel no hablaban solamente hebreo sino también el arameo, incluso Jesucristo.  Los libros del NT fueron escritos en el griego común y los gentiles conversos a la religión judía (Mat. 23:15) utilizaban la Septuaginta, la Biblia completa de aquel entonces.
Así que cuando el NT hace citas bíblicas del AT, no se refiere al AT en su idioma original, el hebreo, sino a la traducción griega, la traducción que se usaba comúnmente y en todas las sinagogas y después en las Iglesias.  Por eso muchas citas en el NT del AT no son totalmente exactas, porque no son citas del hebreo sino del AT en griego, la Septuaginta.  Por ejemplo Hechos 2:25-28 comparado con Salmo 16:8-11.
La influencia de la traducción Septuaginta persiste hasta hoy en día.  Los primeros cinco libros del AT llamado los libros de Moisés, estos títulos de los libros NO son del hebreo sino de la Septuaginta.  En el hebreo original, los primeros cinco libros tenían como sus títulos la primera letra de la primera palabra del libro.  Pero los traductores de la Septuaginta cambiaron los títulos totalmente y en vez de usar la primera letra de la primera palabra de cada libro como el titulo, nombraron cada libro según su tema.  Así que:
Génesis es del griego.  En hebreo es Bereishit.
Éxodo es del griego. En hebreo es Shemot.
Levítico es del griego.  En hebreo es Vayikra
Números es del griego.  En hebreo es Bamidbar
Deuteronomio es del griego.  En hebreo es Devarim
Los libros históricos no fueron divididos como 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes, 1 Crónicas, 2 Crónicas, sino combinados.  Los de Samuel fue simplemente Shemuel.  Los de los Reyes Melakhim y los de Crónicas Divrei Hayamim.
Los libros poéticas o los de sabiduría, como los judíos llamaban esta sección:
Los Salmos fueron Tehillim
Los Proverbios fue Míshlê Shlomoh.
Eclesiastés, del griego ekklesia (Iglesia) fue Qoheleth
El Cantar de los Cantares fue Shir Hashirim
Hay más ejemplos, muchos más, pero creo ya tienen la idea, ¿no?
Así que el AT que usamos hoy en día es una mezcla del hebreo, arameo y del griego y no una pura traducción del hebreo y arameo.  Es muy importante saber esto por varias razones.  Y ahora voy a mostrar una de estas razones.
En el debate moderno (porque antes no fue controversia) sobre la salmodia exclusiva, muchos apelan a Efesios y Colosenses para defender su uso de himnos y cánticos compuestos por hombres sin la inspiración del Espíritu Santo.  ¿Pero realmente encuentran refugio y defensa para su práctica en estos versos?
Miremos los versos en español y luego en el griego.
«… hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones…»  Efesios 5:19.
«…λαλοῦντες ἑαυτοῖς [ἐν] ψαλμοῖς καὶ ὕμνοις καὶ ᾠδαῖς πνευματικαῖς, ᾄδοντες καὶ ψάλλοντες τῇ καρδίᾳ ὑμῶν τῷ κυρίῳ…»  Efesios 5:19 en el idioma original del griego.
« La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales»  Colosenses 3:16.
« ὁ λόγος τοῦ Χριστοῦ ἐνοικείτω ἐν ὑμῖν πλουσίως, ἐν πάσῃ σοφίᾳ διδάσκοντες καὶ νουθετοῦντες ἑαυτοὺς ψαλμοῖςὕμνοιςᾠδαῖς πνευματικαῖς ἐν [τῇ] χάριτι ᾄδοντες ἐν ταῖς καρδίαις ὑμῶν τῷ θεῷ:»  Colosenses 3:16 en el idioma original del griego.
He subrayado las palabras griegas para salmos (ψαλμοῖς), himnos (ὕμνοις) y cánticos (ᾠδαῖς ) espirituales (πνευματικαῖς).
Como dije antes, el libro que conocemos como el libro de los Salmos no es el titulo original del hebreo, sino del griego.  En griego se llama: ΨΑΛΜΟΙ
Cuando Pablo dice que cantemos con salmos, himnos y cánticos él se esta refiriendo a y solamente a los 150 Salmos.  Estas palabras se encuentran en los títulos de algunos Salmos y su audiencia lo sabía porque como he explicado y mostrado usaban el AT griego.  Como voy a mostrar abajo el libro de los Salmos en hebreo se llama «alabanzas» o «himnos», palabras intercambiables.  Sea el judío o el griego/gentil ellos sabían sin duda que al libro de los Salmos es que se refiere Pablo. La idea moderna, es eso, moderna y nueva que himnos significa «cánticos escritos por el hombre sin la inspiración divina del Espíritu Santo para ser ofrecido en el culto».   Para nada se sabía ésta definición en la Iglesia del NT y en los tiempos de los Apóstoles tal definición.  Ni indicación, ni un rasgo de tal.  Claro que ellos sabían que los paganos escribían himnos a sus dioses, pero que la Iglesia lo hiciera, era extraño ya que Dios había dado Su propio himnario. Ahora voy a mostrarles la prueba que «salmos, himnos y cánticos» se refiere solamente y únicamente al Salterio.
Pergamino del hebreo y el griego
Pergamino del hebreo y el griego

Ahora miren el Salmo 81:1, el titulo del Salmo en español y luego en el griego:
Salmo de Asaph.

En el griego:
Ψαλμὸς τῷ ᾿Ασάφ.
Miren que es el mismo en el griego del AT como en el griego del NT.
Ahora miren el titulo del Salmo 61:1.
Al Músico principal: sobre Neginoth: Salmo de David
En el griego:
εἰς τὸ τέλος ἐν ὕμνοις τῷ Δαυιδ
Miren que en el griego la palabra ὕμνοις  es la misma que aparece en Efesios y Colosenses.  En el griego se lee como «himno de David: ὕμνοις τῷ Δαυιδ » pero en español ha sido traducido como «salmo de David». ¿Por qué el cambio?  ¿Puede ser que himno y salmo son intercambiables y son sinónimos?
La palabra alabanza en el griego es ὕμνον, la misma palabra traducida como himno en el NT.  Así que himno y alabanza son las mismas palabras en el griego, ὕμνον. Cuando miramos alabanza en el AT es igualito a himnos.
Ahora el titulo de Salmo 4:1 en español:
Al Músico principal: sobre Neginoth: Salmo de David
En el griego:
εἰς τὸ τέλος ἐν ψαλμοῖς ᾠδὴ τῷ Δαυιδ
Noten la palabra ᾠδὴ es la misma palabra (declinada porque así cambian el tenso en el griego-en español conjugamos las palabras ¿no?) que se ve en Efesios y Colosenses: ᾠδαῖς.   Pero tanto importante es notar que en español NO se ha traducido ᾠδὴ, cual significa «cántico», en español se traduce como «salmo» y no «cántico»; se ignora como vimos con himno en el Salmo 61:1.  En el griego miran la palabra ψαλμοῖς, ya deberían conocer la palabra y es traducida al español correctamente: Salmo.  El griego literalmente dice traducido al español: «un cántico el salmo de David».
Ahora miren que los títulos de estos Salmos en el griego son referidos como «salmo», como «himno» y como «cántico».  Muy importante notar esto.  Cuando Pablo nos dice que cantemos con salmos e himnos y cánticos espirituales él esta haciendo una referencia DIRECTA al Salterio. Recuerden que los que recibieron estas cartas fueron gentiles, griego hablantes y ellos bien hubieran entendido que Pablo se refiere a los 150 Salmos y NO a otro himnario desconocido.  La prueba ya se los he mostrado.  Usaban la Septuaginta, la versión griega del AT y miramos que los títulos de algunos salmos se describen como himnos, o como cánticos, o como salmos.  El cristiano de hoy no tiene ninguna razón o derecho por medio de la Palabra de Dios de interpretar las palabras «himnos» y «cánticos» como canciones compuestos por hombres sin inspiración del Espíritu Santo.  O sea con las definiciones en moda en nuestro idioma de hoy.  No hermanos, cuando uno lee la Biblia o cualquier libro se tiene que definir las palabras tal y como el autor los define.  En este caso el autor es el Espíritu Santo por medio del Apóstol Pablo.  ¿Nos atrevemos ir a Su contra y re-definir lo que Dios ya ha definido?  ¡Temeroso pensarlo!
La Septuaginta en español
La Septuaginta en español
¿Pero qué con el hebreo?  ¿Que significa el titulo original de éste libro de Salmos en el Hebreo que NO se usa en las Biblias de hoy?
En hebreo el titulo del libro que llamamos «Salmos» es  Tehillim, תְהִלִּים, la traducción literal sería «alabanzas» o «himnos».
Si miramos a Efesios 5  y Colosenses 3 y buscamos las palabras equivalentes del griego al hebreo serían: mizmorim מִזְמוֹר (salmos)tehillim תְהִלִּים (himnos) y shirim םיריש (cánticos).    Cuando buscamos en el idioma hebrea la palabra himnos, en el Salterio se encuentra himnos como títulos. También cánticos. Los mismos títulos.  Así que no puede ver ninguna duda que cuando Pablo dice que cantemos «salmos, himnos, y cánticos» se refiere directamente al Salterio y no a otro himnario.
Cuando dice en Mateo 26:30 y Marcos 14:26 que Cristo y sus discípulos habían cantado un himno, otra vez se refiere al Salterio.  Durante la pascua eso es lo que cantaban, los Salmos.  Específicamente la parte del Salterio conocido como el «Hillel» o sea los Salmos 113-118.  Hasta algunas iglesias de hoy, durante la Santa Cena cantan Salmos de esa sección.
Ahora reconozco que esto será nuevo para muchos.  Sin embargo no ha sido nada nuevo para la Iglesia Protestante, en particular la rama conocida como «reformada» o «calvinista».  Los teólogos y pastores de los primeros 400 años fueron unánimes que en Efesios 5 y Colosenses 3 Pablo habla del Salterio.  Y esto NO solamente los presbiterianos.  También los bautistas, los independientes y los congregacionalistas enseñaron lo mismo.  Aquí les paso unos ejemplos de entre una multitud.
John Cotton (1584-1652), un pastor y teólogo congregacionalista en Nueva Inglaterra:
«En ambos lugares, Efe. 5:19 y Col 3:16, en cuanto el apóstol nos exhorta a cantar, así nos instruye sobre que materia consiste nuestro cantar, a saber los Salmos, himnos, y cánticos espirituales.  Ahora estos son los mismos títulos de los canciones de David, tal y como fueron dados a nosotros por el mismo Espíritu Santo: algunos son llamados Mizmorim, o sea los Salmos; algunos Tehillim eso es himnos; algunos Shirim, eso es cánticos, cánticos espirituales.  ¿Qué razón se puede dar sobre por qué el Apóstol nos dirige en nuestro cantar a los mismos títulos de los Salmos de David, si no fuera su intención que nosotros deberíamos cantarlas?…La palabras de David y de Asaph, como si fueran las palabras de Cristo en la boca de David y de Asaph; así también fueron las palabras de Cristo en las bocas de los hijos de Coré, o cualquier otros cantantes en el Templo.»
Thomas Manton (1620-1677), puritano presbiteriano inglés y teólogo en la asamblea de Westminster comentando sobre Efesios 5:19 dice:
«Que el erudito observe, que estos son los títulos mismos de los Salmos de David, mizmorimtehillim, y Shirim, cual la Septuaginta traduce como psalmoihumnoi, y odai o sea ‘salmos, himnos y cánticos’, y aparece que nos recomienda el libro de los Salmos de David.»
John Flavel (1628-1691), puritano presbiteriano inglés y teólogo popular:
«Tu anabautista…se encuentran en un negligencia pecaminosa  en negar una ordenanza evangélico dulce y celestial, hablo del cantar los salmos, por la cual tienes ambos precepto y precedente en el evangelio, Col 3:16, Santiago 5:13, 1 Cor. 14:26.»
Dr. John Gill (1697-1771), bautista inglés, comentando sobre Efesios 5:19:
«Por los salmos se entiende los Salmos de David, y otros que forman el libro que va por ese nombre; y por himnos debemos entender, no tales que son compuestos por hombres buenos, sin la inspiración del Espíritu Santo; tanto como son puestos entre las palabras salmos y cánticos espirituales, son obras escritas por hombres bajo la inspiración del Espíritu Santo…pero estos son solamente otro nombre para el libro de los Salmos, cuyo título también se puede decir es el libro de Himnos…y por cánticos espirituales se entiende también como los Salmos de David, Asaph, etc., y los títulos de muchos de estos son ‘cánticos’…Estas tres palabras son traducidas del Mizmorim, Tehillim, y Shirim…los varios títulos de los Salmos de David…»  Énfasis mía.
Hermanos no queda duda y no hay ninguna escusa bíblica para negar el cantar los Salmos exclusivamente.  Tenemos el precepto apostólico, Jesucristo mismo lo hizo, y Dios lo manda en Su propio himnario.  No hay ninguna justificación bíblica para escribir nuestros propios himnos para utilizarlos en el culto hacia Dios y si no hay tal ejemplo, mandato o precepto, es prohibido hacerlo.  Cuando lo hacemos estamos declarando que el Salterio, o sea LA PALABRA DE DIOS, no es suficiente y no cumple lo que queremos. Hermanos, ¿a qué conclusión puedes llegar si ésta es la motivación para componer nuestros propios himnos para ofrécelos a Dios?  Creo que queda claro.
Hermanos reconozco que es muy duro dejar himnos queridos y que estimamos buenas.  Yo mismo simpatizo con eso ya que yo cantaba himnos una vez.  Pero Dios nos pide que seamos obedientes hacia Él y eso es nuestro fin, ¿no?  Les pido que oren mucho sobre esto porque realizo que es duro.  Invito sus comentarios y preguntas.
Soli Deo Gloria por medio de Sola Scriptura
Para más información sobre la Septuaginta miré este artículo breve sobre la historia de la Septuaginta:

jueves, 4 de febrero de 2021

El Diezmo

 Cualquier doctrina que se ponga en duda tendrá pocos defensores, pero el tema del diezmo es algo así como poner el dedo en el ojo a los que con un puñado de versículos tratan de justificarlo


Así comenzó.
Deu 14:22  Diezmarás fielmente todo el producto de tu sementera, lo que rinde tu campo cada año.
Fue una de las demandas entre otras de la LEY. y apunta directamente a quien tenia CAMPO se diezmaba en ganado, semillas cereales, no dinero que ya existia.
Su destino y propósito eran los POBRES Y LEVITAS  a causa de la prohibición de trabajar que estos ultimos tenían cosa que ya no cuenta para nosotros, todos tenemos el deber de trabajar.
Excepto aquellos que por servir en el evangelio y no puedan trabajar como dijo san pablo, que viva del evangelio, no del diezmo de la ley.

También beneficiaba a la  VIUDA y el HUERFANO  cosa que parece nadie lee en los mismos textos en que lo justifican.

Se diezmaba de lo que rendía el campo, solamente, no así en cualquier otra actividad comercial, como tampoco los obreros como por ejemplo, un carpintero. que daban ofrendas como aporte al gobierno (estado) en la teocracia de Israel, en el lugar de la ofrendas, esto fue en el patio de las mujeres, este punto es pasado por alto entre los que piden por estos días el diezmo obligado a la iglesia, Israel daba como un impuesto al estado una suma fijada cosa que también hacemos hoy cuando pagamos nuestros impuestos al gobierno. en ese tiempo el impuesto fue obligatorio y la ofrenda voluntaria tal como hoy.

No debemos olvidar que a los levitas quienes recibían este impuesto no se le permitía tener tierras o posiciones cosa que tampoco leen los que hoy día lo enseñan, que si tienen posesiones.

Núm 18:20  Entonces el SEÑOR dijo a Aarón "No tendrás heredad en su tierra, ni tendrás posesión entre ellos. Yo soy tu porción y tu herencia entre los Israelitas.
Núm 18:21  "Ten en cuenta que Yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, a cambio de su ministerio en el cual sirven, el ministerio de la tienda de reunión.
Los maestros que hoy día enseñan que el diezmo se debe dar para el mantenimiento del templo y sus gastos personales inclusive, están usurpando el lugar de los  levitas, Dios destino solo para esta familia el deber de recibir los diezmos y nadie puede ocupar ese lugar menos aun cuando no se es Judío, menos cuando el sacerdocio Aarónico finalizo, ya que el nuevo pacto derogo el viejo pacto

 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. Hebreos 8.

Aquí es bueno recordar que los judíos en la actualidad no recaudan ya el diezmo por el hecho que nadie puede saber en la actualidad quienes serían Levitas, y ellos son los únicos que podrían recibirlo, ninguna otra familia puede recibir el diezmo,

La ley de Dios esta vigente, pero la ley moral, no la ley del pacto.

Ni San Pablo o los discípulos  nunca  enseñaron el diezmo y tampoco hubiera podido recibirlo (Pablo) él fue un Benjamita.
No se daba en dinero, que ya existía, ademas no se aceptaba el dinero en el templo cosa que tampoco saben los que lo reciben hoy día.

 tampoco los Levitas enseñaban o pedian el diezmo, solo lo recibian cosa muy diferente al pedido compulsivo y coercitivo de los que hoy lo racaudan.

 Esto debía hacer un judío que vivía lejos y no podía transportar los animales ni el grano:
Deu 14:23  "Comerás en la presencia del SEÑOR tu Dios, en el lugar que El escoja para poner allí Su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino nuevo y de tu aceite, y los primogénitos de tus vacas y de tus ovejas, para que aprendas a temer siempre al SEÑOR tu Dios.
Deu 14:24  "Pero si el camino es tan largo para ti, que no seas capaz de llevar el diezmo por estar lejos el lugar donde el SEÑOR tu Dios escoja para poner allí Su nombre, cuando el SEÑOR tu Dios te haya bendecido.
Deu 14:25  Entonces lo cambiarás por dinero, y atarás el dinero en tu mano e irás al lugar que el SEÑOR tu Dios escoja.
Deu 14:26  "Podrás gastar el dinero en todo lo que tu corazón apetezca: en vacas u ovejas, en vino o sidra, o en cualquier otra cosa que tu corazón desee; allí comerás en presencia del SEÑOR tu Dios, y te alegrarás tú y tu casa.
vemos claramente que si no podia viajar hasta el templo, simplemente que vendiera todo y se lo gastara con su familia.

Sigamos:
Deu 26:12  "Cuando acabes de separar todo el diezmo de tus frutos en el tercer año, el año del diezmo, entonces se lo darás al Levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que puedan comer en tus ciudades y sean saciados.
Como vemos el año del diezmo seria cada tres años en este tiempo se organizaba una fiesta se llenaba el alfolí y todos participaban: levitas, viudas y huérfanos, una fiesta comunal.
En todos los casos si los cristianos pudieran recibirlo entonces todos podrían reclamarlo ya que no hay diferencia sino que todos somos un cuerpo en cristo, todos somos ministros o sacerdotes para Dios, solo que  con diferentes funciones.
Es muy utilizado el libro de Malaquías para justificar el diezmo pero sin conocer el propósito o el por que el señor enviaba a Malaquias a ablarle a Israel  ni en que circunstancia se escribió,
 y esto es sencillamente sacar de contexto, y todos sabemos lo peligroso que es esta practica,
y cuanto dolores de cabeza trajo en la historia de la iglesia.

Esto no significa que no ay enseñanza para nosotros en este libro que  fue escrito luego del regreso de los judíos de Babilonia,  en donde el pueblo adopto las costumbres  de los Babilonios por lo tanto sus tradiciones estaban en desuso.
Malaquías les dice de cuantas cosas habían olvidado y como se habían corrompido, y entre ellas estaba el diezmo.
Luego les recuerda las maldiciones al desobediente "conocidas en la LEY" el simplemente leía la escritura, o les recordaba la escritura, o la ley de las obras abolida luego por el pacto de gracia.
Deu 28:15  Pero sucederá que si no obedeces al SEÑOR tu Dios, guardando todos sus mandamientos y estatutos que te ordeno hoy, vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te alcanzarán:
Deu 28:16  Maldito serás en la ciudad, y maldito serás en el campo.
Deu 28:17  Malditas serán tu canasta y tu artesa.

Estas maldiciones ya no aplican a los que somos hijos, Dios no maldice a sus hijos que santifico que con su sacrificio nos redime de la maldicion de la ley y les dio vida nueva en cristo  lo leemos en Galatas 3-13:
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición;


Malaquías es bíblico en sus palabras en cuanto a las promesas del señor a la nación judía.
Mal 3:7  Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis estatutos y no los habéis guardado. Volved a mí y yo volveré a vosotros--dice el SEÑOR de los ejércitos. Pero decís: "¿Cómo hemos de volver?"
Mal 3:8  ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me estáis robando. Pero decís: "¿En qué te hemos robado?" En los diezmos y en las ofrendas.
Mal 3:9  Con maldición estáis malditos, porque vosotros, la "NACION" entera, me estáis robando.
Claramente es algo que atañe exclusivamente a los judíos como todas las cosas de la ley, el mensaje es a esa NACION.
 Mal 3:10  Traed todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en mi casa; y ponedme ahora a prueba en esto--dice el SEÑOR de los ejércitos  si no os abriré las ventanas del cielo, y derramaré para vosotros bendición hasta que sobreabunde.
Mal 3:11  Por vosotros reprenderé al devorador, para que no os destruya los frutos del suelo; ni vuestra vid en el campo será estéril--dice el SEÑOR de los ejércitos.
Deuteronomio  28:12  Abrirá el SEÑOR para ti su buen tesoro, los cielos, para dar lluvia a tu tierra a su tiempo y para bendecir toda la obra de tu mano.
La paradoja es que el "devorador" ataca en la actualidad desde los pulpitos,  bromas aparte es claro que la ventana de los cielos es ni más ni menos que lluvia.
No es correcto espiritualizar la interpretación que me conviene y ser literal al interpretar  otras partes como las maldiciones.

Pablo enseña sobre las obras de la ley.
Rom 3:20  Porque por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de El; pues por medio de la Ley viene el conocimiento del pecado.
No pocos dolores de cabeza le dieron a pablo sus compatriotas que luego de conocer el evangelio se regresaban a las costumbres del judaísmo queriéndose justificar en base a sus obras.

2 de corintios 3-6: El cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo pacto: no de la letra, mas del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.

es evidente que con este concepto de mesclar sin entender AT con NT demuestra el desconocimiento alarmante de aquellos que lo enseñan a dar el diezmo obligatorio a los que son de cristo.

Pablo se esforzaba en separar a los judios cristianos de las costumbres ceremoniales y practicas de la Ley.
Rom 7:1  ¿Acaso ignoran, hermanos, (pues hablo a los que conocen la ley), que la ley tiene jurisdicción sobre una persona mientras vive?
Rom 7:2  Pues la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras él vive; pero si su marido muere, queda libre de la ley en cuanto al marido.
Este y muchos pasajes más nos enseñan que no podemos regresar a los ceremoniales de la  ley si hemos muerto en cristo.
sino seria nesesario obedecerla en todo, lo leemos en Santiago 2-10
Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpable de todos

También algunos dicen que el diezmo es anterior a la ley afirmando que Abraham lo dio a Melquisedec desconociendo que Abraham dio el diezmo del botín de guerra que traía consigo, y no de sus ganancias personales, y de voluntad propia, sin obedecer  a ningun mandamiento, Además no hay fundamento bíblico que afirme que luego lo seguía haciendo.

Otros quieren justificar la continuidad de esta practica usando este pasaje:
Mat 5:17  "No piensen que he venido para poner fin a la Ley o a los Profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir.
Lo que Jesús declara aquí es que por medio de la ley nadie sera justificado ni salvo,  por no poder cumplirla perfectamente, entonces Cristo dice que EL vivió y la  cumplió, (obedeció) el único que por su perfección cumplió al pie de la letra todos los mandamientos de Dios,  en el se cumplió, nadie hasta ese momento había podido cumplirla, vemos que para nada se enseña sobre la continuidad de el diezmo.

Romanos 10-4 Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.

Otros ven el diezmo en el nuevo testamento en pasajes como el que sigue:

Mat 23:23  Ay de vosotros, escribas y Fariseos, ¡hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es a saber, el juicio y la misericordia y la fe: esto era menester hacer, y no dejar lo otro.
Aquí salta a la vista que en este pasaje Jesús estaba hablando a judíos escribas y fariseos hipocritas y NO a sus discípulos y encima diciendo esto "ERA" menester hacer, hablando en tiempo pasado.
En el nuevo testamento o el nuevo pacto  curiosamente no ay mención alguna a la práctica del diezmo entre los cristianos,  tengamos en cuenta que los que lo escribieron debían enseñar "todo" lo que Jesús enseño, sin olvidar nada.

La actual  enseñanza del diezmo es muy usada en el contexto de la doctrina de la prosperidad volviendola escandalosa, ya que actua  sobre la codicia de los hombres hombres asiendoles  falsas promesas  de prosperidad  y seguridad material a cambio del Diesmo.

San Pablo enseño a dar.
 2Co 9:6  Pero esto digo: El que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará.
2Co 9:7  Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre.
2Co 9:8  Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra;
2Co 9:9  como está escrito: EL ESPARCIO, DIO A LOS POBRES; SU JUSTICIA PERMANECE PARA SIEMPRE.
Cualquier lector podrá comprobar aquí que el gozo del señor y su bendición es sobre los que dan con alegría y "voluntariamente"al "necesitado", porque de eso se está hablando en este pasaje, que fue en el contexto de un ayuda para hermanos en necesidad y no fue para el pastor.
Claramente el diezmo obligatorio y compulsivo no es para los que son de cristo.

Tampoco es pecado no darlo, ni está robando,  al contrario del que lo pide como un mandamiento, y menos aun cuando se amenasas de pobresa y desamparo al que no lo hace,

Dios nunca desampara a los que le dieron su vida entera en cristo, menos aun exije dinero a cambio de bendicion o "proteccion" economica.

La Biblia nos advierte sobre los que picotean el bolsillo del creyente:
2Pe 2:1  Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina.
2Pe 2:2  Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado;
2Pe 2:3  y en su avaricia os explotarán con palabras falsas. El juicio de ellos, desde hace mucho tiempo no está ocioso, ni su perdición dormida.

la evidencia de un verdadero maestro es su fidelidad a las escrituras, nada se agrega, ni nada se le quita.

MENSAJES BIBLICOS



Nota: no significa este articulo que no debemos dar,  pero debe hacerce dentro de la instruccion Biblica.

Breve estudio del libro de Malaquias

 Senti la nesecidad de escribir este articulo cuando recorde que siendo miembro de la ICB iglesia cristiana biblica de Argentina, leia impreso en el sobre del diezmo el texto de Malaquias 3; ¡robara el hombre a Dios! o traed los diezmos al alfoli y yo abrire la ventana de los cielos!


Además de no ser esta una ordenanza para la glesia de cristo sino para una nacion llamada Israel es altamente perjudicial la forma en que se exije esto a los creyentes,  machacar constantemente desde el pulpito diciendo que la pobreza vendria sobre el egoista pecador es mas una extorcion que otra cosa..

Esta coercitiva forma de recaudar en negro grandes sumas de dinero, aun de personas que concurren en una bicicleta es habitual en Argentina  no bíblica y escandalosa, ya que el diezmo fue solo unos de los tantos mandatos de la ley que regia al pueblo Judio y no para los cristianos que pertenecemos al nuevo pacto de cristo

La tactica es: primero veladas e incisivas amenazas de pobreza o miseria sobre el que no diezma, recordando que "seria" pecado, esto en equivocado contexto de enseñanza que dice que la salvación se puede perder, imaginemos el poder que ejerce en quien oye,  y si esto no funciona echan mano de la codicia que ronda el corazón de todos los hombres y alegremente prometen bendiciones económicas para el obediente, haciendo memoria de pasajes del AT que se refieren exclusivamente a Israel y no a los cristianos, también el tema recurrente para esto es una tergiversada enseñanza de la siembra, que no tratamos en este articulo.  

Esto es apenas un  resumen del libro y lo único que pretende es tener una visión general del porqué del mismo, mirando su trasfondo histórico de manera breve.

Es importante antes de tratar de interpretar textos Biblicos conocer el propósito del libro que tenemos delante, y el propósito de Malaquias es precisamente amonestar a un pueblo que olvido la palabra de Dios, y estableció nuevos parámetros de vida y en su relación con Dios,  que es precisamente lo que acontece hoy con los miles de pastores que sin vergüenza alguna acude al AT y a muchas otras escusas para justificar el diezmo, los cuales cuando les objetamos esta practica responde de forma idéntica que el pueblo Judio diciendo: !y en que te hemos defraudado!  

Comenzamos:  Durante muchos años Israel estuvo en babilonia, un grupo vuelve a  Jerusalén aproximadamente en el año 536 Ac. Y reconstruyeron el templo bajo la dirección de Hageo y Zacarías, 60 años más adelante, Esdras viene de babilonia a ayudar a restablecer la nación luego en el año 444 Ac. Viene Nehemías y reconstruye el muro, más de cien años aproximadamente que los judíos tardan en regresar de babilonia en este tiempo Malaquías profetizo y le decía a Israel en cuantas cosas estaba fallando ya que a lo largo del libro se detallan la cantidad de pecado que se practicaban por esos tiempos ya que acostumbrados a la vida en Babilonia y a dejar las cosas del señor la nación entera se había corrompido.
La lista es extensa:
1- Robar a dios; al dejar de responder al amor divino 1.2 deshonrar su nombre 1.6 ofrendas manchadas 1.7 8 13.14 sacerdotes con mal ejemplo 2. 1-8 honrar a los pecadores 2 .17 – 3.15, no dar los diezmos 3.8, justificar la impiedad 3.14
2-    Pecados sociales; trato engañoso 2.10, casamiento con incrédulos 2.11, deslealtad a sus esposas 2. 14 a 16, hechicería, impureza, opresión consecuencia vemos del olvido de la santa y perfecta palabra de Dios.

En pocas palabras toda la nación se había corrompido alejándose escandalosamente de la palabra de Dios y copiando al mundo, cosa evidente en la vida de muchas congregaciones con nombre de evangélica que a la falta de poder en el púlpito, acuden a Egipto utilizando cualquier  estrategia para atraer al perdido, llámese, mimos payasos,  teatros etc.etc.  olvidando la palabra de Dios que debe dirigirnos en todas estas cosas y la unica con poder para transformar pecadores en santos, ellos (los Judios) estaban reconstruyendo su nación y Dios les cita a Edom que no tenia la misma suerte,  al igual sea tal vez  la intención de Dios de restablecer relación con los creyentes que abandonaron su palabra  hoy enviándole a Malaquias modernos que hoy advierten a la iglesia de su gran error.
En este contexto de la historia Judia aparece el siempre citado pasaje de Malaquías 3, donde el señor le reclama la obligacion a Israel el pago de los diezmos que bajo la ley mosaica ellos debían dar, (nunca fue voluntario como algunos hoy)  y como algo necesario para recomponer junto con las demás cosas el culto y reponer la buena voluntad de Dios para con Israel.

Este pago de diezmos fue un mandato claro y obligado de la Ley que no incluye a los que somos de cristo y en tiempos de una teocracia que se ocupaba a traves de ese diezmo a cuidar de los ancianos as viudas y enfremos tarea que hoy hace cada nacion con sus obligaciones tributarias.
  
San Pablo se esforzó en separar a los cristianos de las, mandatos y ceremonias la ley, no así de los diez mandamientos que serán vigentes siempre, y enseño con este ejemplo tomado de un matrimonio, diciendo que al morir el esposo la mujer queda libre de ese pacto, así los que son de cristo son libres de la ley.
ROM 7:2  Porque la mujer que es sujeta a marido, mientras el marido vive está obligada a la ley; mas muerto el marido, ella es libre de la ley del marido.
ROM 7:3  Así que, viviendo el marido, se llamará adúltera si fuere de otro varón; mas si su marido muriere, es libre de la ley (del marido); de tal manera que no será adúltera si fuere de otro marido.
ROM 7:4  Así también vosotros, hermanos míos, sois muertos a la ley en el cuerpo del Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, para que fructifiquemos a Dios.
Claramente podemos ver en los pasajes posteriores de Malaquías 11 y 12 que el señor les dice a Israel, que serán tierra deseable para las demás naciones evidenciando el deseo del señor de bendecirles si se sujetaban a su palabra y abandonaban sus propios caminos.
Todos sabemos que no se debe estudiar un libro sacando de contexto uno o dos versos, y pararse en ellos para fundar toda una teología forzando la Biblia, es necesario estudiar el contexto general, además de no salirse de los que el escritor quería comunicar.



Es habitual en maestros con poco conocimiento de la escrituras enseñar un evangelio mezcla, algo del NT y algo del VT pero sin distinguir que fue para Israel y que es para los de cristo.



La ley moral o los diez mandamientos siempre serán vigente no así los mandatos sobre ceremonias y abluciones que fueron sombra de cristo

 <A.A.HODGE> enseñaba lo siguiente: Aun cuando la ley en su relación como un pacto de obras, ha sido cumplida por nuestro Fiador, de tal manera que los que están bajo la gracia no están bajo la ley como base de aceptación, (Rom. VI, 4) sin embargo, la ley como regla de conducta y como tipo de carácter, es inmutable e inalienable, no sufriendo ninguna relajación.

La confusión entre la ley moral (diez mandamientos) y la ley ceremonial del sacerdocio levítico es un gran tropiezo para muchos titulados de pastores.


Cristo cumplió la ley vicaria-mente, para nosotros, su obra es el cumplimiento del la ley ceremonial, y su vida fue en reemplazo nuestro en todo obediente a los diez mandamientos, nosotros no podíamos con los diez mandamientos cristo SI, por esto el dijo que no vino a derogarla sino a cumplirla,  en el se cumplió, EL obedeció la ley moral en todo y su muerte en la cruz remplazo los otros mandatos de la ley que apuntaban a reconciliar al hombre con Dios, cosa que quedo abolida en la cruz.

Es tristemente una practica muy común, usar de  la Biblia para que esta diga lo que el hombre quiere que diga, estos incluyen lo que les agrada y excluyen lo que no les conviene, ya que al leer sobre el diezmo también leeríamos que los sirvientes del templo tenían prohibido tener posesiones.

Esta y otras formas de "recaudar" como las primicias, que también practica mi antigua congregación ademas de la ofrenda a modo de liturgia que forma parte del culto o tiene un espacio importante en el, cosa que no practicaron ni enseñaron los primeros discípulos de cristo, son el principal motor de impulso que hace posible  tanto avance de pastores que mal preparados y con dudosas motivaciones pululan enseñando un dudoso evangelio por todo nuestro territorio, lo que hace evidente que este "crecimiento numérico o "despertar" actual, es fruto del poder del dinero recaudado sumado a una propaganda jamas usada y no fruto del poder del evangelio.
  

El dar es siempre beneficioso y a Dios le agrada quien ayuda al necesitado con alegríasegún nos enseña San Pablo, pero tergiversar la enseñanza Biblica para vivir de las ovejas no es más que un comercio o santificación de la codicia cosa que el señor reprueba, la iglesia de cristo NO es una institución que requiera el poder del dinero, tampoco una especie de club como la ICB a la que pertenecí que recauda tanto dinero que le posibilita la compra de espacios verdes o terrenos para  esparcimiento o uso social, peor aun cuando no se les conoce obra alguna a favor de los que mas necesitan. ni siquiera de sus propias ovejas en necesidad

San Pablo luego nos enseña en el libro de corintios, como debemos preparar un caja comunitaria para ayudar a los hermanos mas humildes y otras necesidades generales este fue el propósito de recaudar que siempre impulsaba la colecta que Pablo administraba y nunca fue para la compra de propiedades, inversiones o sueldos, la Biblia al menos no dice esto, aunque si da indicaciones de que si alguien sirve el evangelio y no puede trabajar, que viva del evangelio o de la ayuda de la iglesia, sin dejar esta de ayudar a los pobres de la iglesia tal como el diezmo Judio tenia como propósito la ayuda al huérfano las viudas o los desamparados del pueblo de Dios.Para finalizar es bueno recordar las palabra se San Pablo en 2 de Corintios 2.17:


2Co 2:17  Pues no somos como muchos, que comercian (medran) con la palabra de Dios, sino que con sinceridad de Dios, como de parte de Dios y delante de Dios hablamos en Cristo

MENSAJES BIBLICOS

¿BAUTIZAMOS LOS NIÑOS?

 INSTITUCIÓN DE LA RELIGIÓN CRISTIANA

LIBRO IV

1. Bautismo de los niños se funda en la Palabra de Dios

Mas como ciertos espíritus amigos de fantasías han promovido grandes discusiones en la Iglesia en nuestro tiempo a causa de la disposición que tenemos de Dios de bautizar a los niños, y no cesan de discutir, como si Dios no hubiese ordenado esto, sino que los hombres lo hubiesen inventado ahora, o a lo sumo algún tiempo después de los apóstoles, parece que será muy bien confirmar en este punto la conciencia de los fieles, y refutar las falsas objeciones que tales embusteros pueden presentar para trastornar la verdad de Dios en el corazón de la gente sencilla, que no está preparada para responder a tales engaños y sutilezas.

Ellos se sirven de un argumento bastante aceptable en apariencia; el tal es que no desean sino que la Palabra de Dios se guarde y conserve en toda su pureza e integridad, sin añadir ni quitar cosa alguna, como lo hicieron quienes al principio inventaron el Bautismo de los niños, sin que existiera mandato alguno sobre ello. Les concederíamos que esta razón es suficiente, si pudiesen probar su propósito de que tal Bautismo es invención de los hombres, y no disposición de Dios. Mas cuando, por el contrario, hayamos claramente demostrado que son ellos quienes falsa y erróneamente inventan esta calumnia, llamando tradición humana a esta institución perfectamente fundada sobre la Palabra de Dios, ¿qué otra cosa quedará, sino que este pretexto, que en vano inventan, se deshaga y convierta en humo? Por tanto, veamos cuándo se comenzó a bautizar a los niños. Porque si esto fue invención humana, confieso que es preciso dejarlo y seguir la verdadera regla que el Señor ha ordenado; porque los sacramentos estarían pendientes de un hilo si no se fundasen en la pura Palabra de Dios. Mas si vemos que los niños son bautizados por la autoridad de Dios, guardémonos muy bien de hacerle una injuria reprobando su disposición.

2. Las promesas del Bautismo convienen a los niños

En primer lugar, es doctrina en que todos los fieles están de acuerdo, que la debida consideración de los signos o sacramentos que el Señor ha dejado e instituido en su Iglesia, no consiste solamente en lo exterior ni en las ceremonias visibles, sino que principalmente depende de las promesas y misterios espirituales que el Señor ha querido representar con tales ceremonias. Por lo mismo, el que quisiere saber el valor del Bautismo y a qué fin está destinado, no debe pararse meramente en a agua y en las ceremonias exteriores; sino que ha de levantar su consideración a las promesas de Dios, que se nos hacen en el Bautismo, y a las realidades internas y espirituales que en él se nos representan. Si llegamos a esto, tenemos verdaderamente la sustancia y verdad del Bautismo; y por aquí llegaremos a comprender para qué fin ha sido ordenada la aspersión del agua, que se hace en el Bautismo, y de qué nos sirve. Por el contrario, si no tenemos esto presente, y nuestro entendimiento se detiene exclusiva y únicamente en lo que exteriormente se ejecuta, jamás llegaremos a comprender su virtud, ni cuán importante cosa es el Bautismo, ni qué significa el agua, ni cuál es su uso. No trataremos ampliamente de esto, puesto que es una cosa tan clara y tan común en la Escritura, que ningún cristiano puede dudar de ella e ignorarla. Así pues, queda que investiguemos las promesas hechas en el Bautismo; cuáles son la sustancia y naturaleza propias del mismo.

La Escritura nos enseña que la remisión y purificación de los pecados, que alcanzamos por la efusión de la sangre de Cristo, nos es representada en el Bautismo en primer lugar; y luego, la mortificación de nuestra carne, que conseguimos comunicando con su muerte, para resucitar a una vida nueva; es decir, en inocencia, santidad y pureza. Con esto comprendemos en primer lugar que la señal visible y material no es sino una representación de cosas más altas y excelsas, para cuyo conocimiento es necesario que recurramos a la Palabra de Dios, en la cual se funda toda la virtud del signo. Mediante ella vemos que las cosas significadas y representadas son la purificación de nuestros pecados y la mortificación de nuestra carne, para ser hechos partícipes de la regeneración espiritual que debe existir en todos los hijos de Dios. Además nos muestra que todas estas cosas son efectuadas en Cristo, que es el fundamento.

He aquí, pues, en resumen, la declaración del Bautismo, a la que se puede referir todo cuanto se dice en la Escritura, excepto un punto que aún no se ha tocado; a saber, que nos sirve también como de señal y marca por la cual confesamos ante los hombres a Dios como Señor nuestro, y somos inscritos y empadronados en el número de su pueblo.

3. Circuncisión y bautismo. Promesas, figuras y fundamento son los mismos

Como el pueblo de Dios antes de ser instituido el Bautismo usaba la circuncisión en su lugar, es preciso ver aquí la diferencia y conveniencia que existe entre estos dos signos, para ver lo que de uno se puede aplicar al otro.
Cuando el Señor ordena la circuncisión a Abraham, se sirve de estas palabras: que quiere ser su Dios y el Dios de su descendencia (Gn. 17,7-10), declarándose Todopoderoso, y mostrando que en Él se da la abundancia y plenitud de todos los bienes, para que Abraham comprenda que todos sus bienes proceden de Él. En estas palabras se contiene la promesa de la vida eterna, como lo declara Jesucristo al argumentar en cuanto a esto que su Padre se llama Dios de Abraham, para convencer a los saduceos de la inmortalidad y resurrección de los fieles. “Porque", dice Cristo, “no es Dios de muertos, sino de vivos” (Lc.20,38). Y por ello san Pablo, hablando con los efesios; y mostrándoles de qué ruina los ha sacado Dios, concluye que no tenían la circuncisión; que estaban sin Cristo, extraños a las promesas; sin Dios y sin esperanza (Ef. 2,12); todo lo cual el pacto de la circuncisión comprendía en sí. El primer paso para acercarnos a Dios y entrar en la vida eterna es la remisión de los pecados. De donde se sigue que esta promesa corresponde a la del Bautismo en cuanto a la purificación y a la ablución.

Después el Señor manda a Abraham que camine, delante de Él en integridad e inocencia de corazón; lo cual no es otra cosa sino la mortificación para resucitar a una vida nueva. Y Moisés, para quitar toda duda de si la circuncisión es o no señal y figura de la mortificación, lo expone mucho más por extenso en otros lugares, cuando exhorta al pueblo de Israel a circuncidar su corazón al Señor, puesto que él era el pueblo que Dios había escogido entre todas las naciones de la tierra (Dt.10, 16; 30,6). Igual que Dios, cuando adopta a la posteridad de Abraham por su descendencia, le manda que se circuncide, así también Moisés declara que se debe circuncidar en el corazón; como queriendo mostrar cuál es la verdad de la circuncisión carnal. Asimismo, para que nadie pensase que podía conseguir tal mortificación por sus propias fuerzas y virtud, enseña Moisés que esta mortificación es obra de la gracia de Dios.

Todas estas cosas se repiten tanto en los profetas, que no hay para qué perder tiempo en probadas.

Concluimos, pues, de esto, que los padres tuvieron en la circuncisión la misma promesa espiritual que nosotros poseemos ahora en el Bautismo; y que significaba la remisión de los pecados, y la mortificación de la carne para vivir en justicia. Además, según lo hemos enseñado, Cristo es fundamento del Bautismo, en el que ambas cosas residen; e igualmente lo es de la circuncisión. Porque Él es el que fue prometido a Abraham, y en Él, la bendición de todas las gentes (Gn.12,2); como si el Señor dijera que toda la tierra, en sí maldita, recibiría la bendición por Él; en confirmación de lo cual se les da la circuncisión como un sello.

4. Ahora resulta fácil ver la conveniencia y la diferencia que existe entre el signo de la circuncisión y el del Bautismo.

La promesa, en la cual hemos dicho que consiste la virtud de los signos, es la misma en ambos; es decir, de la misericordia de Dios, de la remisión de los pecados, y de la vida eterna.
Además, la cosa significada es siempre la misma: nuestra purificación y mortificación. El fundamento en que se apoya el cumplimiento de estas cosas es también el mismo en ambos. Por consiguiente, se sigue que no hay diferencia alguna entre el bautismo y la circuncisión en cuanto al misterio interno, en lo cual consiste toda la sustancia de los sacramentos, según hemos demostrado. La única diferencia se refiere a las ceremonias externas, que es lo menos importante en los sacramentos, puesto que la consideración principal depende de la Palabra y de la cosa significada y representada.

Podemos, pues, concluir que todo cuanto pertenece a la circuncisión pertenece también al Bautismo, excepto la ceremonia externa y visible.

A esta deducción nos encamina la regla que establece san Pablo, de que toda la Escritura se debe medir y pesar conforme a la analogía y proporción de la fe (Rom.12, 3.6), la cual siempre tiene presentes las promesas. Y, de hecho, la verdad en este punto se puede tocar con las manos. Porque igual que la circuncisión fue un signo y marca para los judíos con que reconocer que Dios los recibía por pueblo suyo y que ellos le tenían por su Dios, sirviéndoles de esta manera como de una primera entrada externa en la Iglesia de Dios, del mismo modo por el Bautismo somos primeramente recibidos en la Iglesia del Señor, para ser tenidos por pueblo suyo, y, por nuestra parte, manifestamos que queremos tenerle por nuestro Dios. Por lo cual se ve claramente que el Bautismo ha sucedido a la circuncisión.

5. Como la circuncisión, el Bautismo pertenece a los niños

Y si alguno pregunta ahora si el Bautismo debe ser comunicado a los niños, como si les perteneciera por disposición de Dios, ¿quién será tan desatinado y loco, que para resolverlo se pare a considerar solamente el agua visible, y no tenga presente el misterio espiritual? Porque si lo tenemos presente, no podrá haber duda alguna de que el bautismo se administra con toda razón a los niños. Al ordenar el Señor antiguamente la circuncisión para los niños, demostró claramente que los hacía partícipes de todo cuanto en ella les representaba. Pues de otra manera habría de decirse que tal institución no había sido más que mentira, falsedad y engaño; sólo pensar lo cual es un horrible pecado. El Señor dice expresamente que la circuncisión que se administra al niño le servirá de confirmación del pacto que hemos expuesto. Si, pues, el pacto permanece siempre el mismo, es del todo cierto que los hijos de los cristianos no son menos partícipes de él, que lo fueron los de los judíos en el Antiguo Testamento. Y si participan de la realidad significada, ¿por qué no les ha de ser comunicado también el signo? Si poseen la verdad, ¿por qué alejar la figura?; pues la señal externa en el sacramento va de tal manera unida a la Palabra, que no se puede separar de ella.

Si se trata de establecer diferencia: entre el signo visible y la Palabra, ¿cuál de estas dos cosas ha de ser tenida en mayor estima? Evidentemente, dado que el signo sirve a la Palabra, bien claro se ve que es inferior a ella; y puesto que la Palabra del Bautismo conviene a los niños, ¿por qué quitarles el signo, que depende de la Palabra? Si no hubiese más razón que ésta, sería suficiente para cerrar la boca a todos los que defienden una opinión contraria.

La objeción de que había un día señalado para la circuncisión (Gn. 17,12; 21,4), no viene a propósito. Es verdad que el Señor no nos ha obligado a ciertos días, como lo hizo con los judíos; pero dejándonos en libertad en cuanto a esto, nos ha -declarado, sin embargo, que los niños deben ser solemnemente recibidos en su pacto. ¿Queremos algo más que esto?

6. El pacto de gracia es también el fundamento del Bautismo

Sin embargo, la Escritura nos lleva aún a un mayor Conocimiento de la verdad. Porque es del todo cierto que el pacto ,que el Señor en otro tiempo hizo con Abraham, diciendo que sería su Dios y el de su descendencia, no se aplica menos en el día de hoy a los cristianos, que antiguamente al pueblo de Israel; y estas palabras no se dirigen, menos a íos cristianos, que en otro tiempo a los patriarcas del Antiguo Testamento. Pues de otra manera se seguiría que la venida de Jesucristo ha aminorado la gracia y misericordia del Padre, siendo una horrible blasfemia decirlo o pensarlo.

Así como los hijos de los judíos fueron llamados linaje santo, por ser herederos de este pacto, y se les separaba de los hijos de los infieles y de los idólatras; así del mismo modo los hijos de los cristianos son llamados santos, aunque no sean engendrados más que de padre o de madre fiel, y son diferenciados de los otros por el testimonio de la Escritura (1 Cor. 7,14); Ahora bien, el Señor, después de haber establecido este pacto con Abraham, quiso que fuera sellado en los niños con el sacramento visible y externo (Gn.17, 12).¿Qué excusa, pues, podemos alegar nosotros para no atestiguarlo y sellarlo actualmente lo mismo que lo era entonces? Y no pueden replicar que el Señor no ha instituido ningún otro sacramento para testificar este pacto, sino el de la circuncisión, que ya está abolido. A esto puede responder muy fácilmente que el Señor instituyó la circuncisión en aquel tiempo para confirmar su pacto, y que al ser abolida la circuncisión, sin embargo permanece siempre,en pie la razón de confirmar el pacto; pues nos conviene tanto a nosotros como a los judíos.

Así pues, debemos considerar siempre diligentemente aquello en que convenimos con ellos, y en lo que nos. diferenciamos. Convenimos en el pacto y en el motivo de confirmarlo; nos diferenciamos solamente en la manera. Ellos tienen la circuncisión para confirmación; nosotros tenemos en su lugar el Bautismo. Porque de otra manera, la venida de Cristo habría sido causa de queda misericordia de Dios no, se hubiera manifestado a nosotros tanto como a los judíos, si el testimonio que ellos tenían para sus hijos se’ nos hubiera quitado. a nosotros. Si esto no se puede decir sin grave ofensa de Cristo, por quien la infinita bondad del Padre nos ha sido más amplia y abundantemente comunicada y manifestada que nunca, es necesario conceder que esta gracia divina no se debe ocultar más que estaba bajo la Ley, ni debe ser para nosotros menos cierta que era para ellos.

7. Cristo recibe y bendice a los niños

Y por eso Jesucristo, para demostrar que había venido más bien para aumentar y multiplicadas gracias del Padre que para disminuirlas, recibe amablemente y abraza a los niños , que le presentaban, reprendiendo a sus apóstoles, que intentaban impedirlo, y procuraban apartar a aquellos a quienes pertenecía el reino de los cielos de Él, que es el camino (Mt.19,13-14).

Respuesta a tres objeciones. Pero, quizá diga alguno, ¿qué relación hay entre que Cristo abrazara a los niños y el Bautismo? Porque no se dice que Él los haya bautizado, sino sólo que los ha recibido, abrazado y orado por ellos..Por tanto, si queremos seguir este ejemplo del Señor, será necesario orar por los niños, pero no bautizarlos, pues Él no lo hizo.

Consideremos mejor nosotros lo que Jesucristo hizo; pues no debemos dejar, pasar a la ligera y sin más consideración el mandato del Señor de que le presenten los niños; y la razón que luego añade: porque de ellos es el reino de los cielos. Y además, luego muestra de hecho su voluntad, abrazándolos y orando por ellos al Padre. Si es razonable llevar los niños a Cristo, ¿por qué no lo será también admitirlos al Bautismo, que es la señal exterior mediante la cual Jesucristo nos declara la comunión y sociedad que con Él tenemos? Si el reino de los cielos les pertenece, ¿cómo negarles la señal por la que se nos abre como una entrada en la Iglesia, para que ingresando en ella seamos declarados herederos del reino de Dios? ¿No seríamos muy perversos, si arrojásemos fuera a quienes el Señor llama a sí? ¿Si les quitásemos lo que Él les da? ¿Si cerrásemos la puerta a quienes Él la abre? Y si se trata de separar del Bautismo lo que Jesucristo ha hecho, ¿qué es más importante, que Cristo los haya recibido, haya’ puesto las manos sobre ellos en señal de santificación, haya orado por ellos, demostrando así que son suyos; o que nosotros testifiquemos con el Bautismo que pertenecen a su pacto?

Las sutilezas que aducen para escabullirse de este texto de la Escritura son del todo frívolas. Querer probar que estos niños eran ya mayores, en virtud de que Cristo dice: dejadlos que vengan a mí, evidentemente repugna a lo que dice el evangelista, que los llama niños de pecho; pues eso significan las palabras que emplea. Y, por tanto, la palabra venir, simplemente significa aquí acercar.! He aquí cómo los que se endurecen contra la verdad buscan en cada palabra ocasión de tergiversar las cosas.

No es más sólida la objeción de que Cristo no dice: el reino de los cielos pertenece a los niños; sino: el reino de los cielos pertenece a los que son semejantes a-los niños. Porque si esto fuera así, ¿qué fuerza tendría la razón de Cristo, que los niños deben acercarse a Él? Cuando dice: dejad que los niños vengan a mí, no hay duda que entiende los niños en edad. Y para mostrar que es razonable que así sea, añade: porque de los tales es el reino de los cielos. Si es necesario comprender a los niños, se ve claramente que el término tales quiere decir: a los niños y a los que son semejantes a ellos pertenece el reino de los cielos.

8. Otra objeción: los apóstoles no bautizaron a los niños

Es, pues, evidente que el bautismo de los niños no ha sido inventado temerariamente por los hombres, pues se confirma de modo irrefutable por la Escritura.

Tampoco tiene valor alguno la objeción que algunos hacen: que no se puede demostrar con ningún texto de la Escritura que los apóstoles bautizaran un solo niño. Porque, aun admitiendo que no existe texto alguno que lo diga expresamente, no por eso podemos decir que no hayan sido bautizados, ya que jamás se excluye a los niños cuando se hace mención de que alguna familia recibió el Bautismo (Hch.16, 15.33). Pues si esta razón fuese válida, podríamos concluir también de ella que las mujeres no deben ser admitidas a la Cena del Señor, puesto que no hay un texto en la Escritura que diga que ellas comulgaron en tiempo de los apóstoles. Mas en esto seguimos, como se debe hacer, la regla de la fe, considerando únicamente si la institución de la Cena les conviene a ellas; y, si conforme a la intención del Señor, se les debe administrar. Así también lo hacemos en el Bautismo. Porque cuando consideramos el fin para el cual fue instituido el Bautismo, vemos que no menos conviene a los niños que a los adultos. Y por ello no se les puede privar del mismo, sin defraudar la intención del que instituyó el Bautismo.

Por lo que hace a los que esparcen entre el vulgo la opinión de que durante muchos años después de la resurrección de Cristo no se supo lo que era bautizar a los niños, ciertamente en esto mienten, porque no hay escritor, por más antiguo que sea, que no declare que este Bautismo se usaba ya en tiempo de los apóstoles.

9. Uso y frutos del Bautismo de los niños

Queda ahora demostrar qué provecho sacan los fieles de la costumbre de bautizar a sus hijos, y el que reciben los niños al ser bautizados: así nadie lo menospreciará como cosa inútil y vana. Y si alguno pretende burlarse del Bautismo con este pretexto, por la misma razón se burla del mandato de la circuncisión. Porque; ¿qué pueden decir contra el Bautismo, que no se pueda también aplicar a la circuncisión? De esta manera castiga Dios la arrogancia de los que condenan en seguida todo lo que no pueden comprender con su sentido carnal.

Pero Dios nos ha equipado con armas mejores para reprimir su loca necedad. Porque esta santa institución por la que sentimos que nuestra fe es ayudada con un grande consuelo, no puede ser tenida por superflua. Porque la señal que Dios comunica a los niños, confirma, como si fuese ratificada con un sello, la promesa que el Señor ha hecho a los suyos, que Él será su Dios y el de su descendencia por mil generaciones. En lo cual primeramente brilla la bondad de Dios para glorificar y ensalzar su nombre; y, en segundo lugar, para consolar al hombre fiel y darle mayor ánimo para entregarse totalmente a Dios, al ver que no solamente se preocupa de él, sino también de sus. hijos y su posteridad. Y no se puede decir que la promesa bastaría para asegurar la salvación de nuestros niños. Porque otro ha sido el pensamiento de Dios, que conociendo la flaqueza de nuestra fe, la ha querido fortalecer. Por tanto, todos los que con plena confianza descansan en la promesa de que Dios quiere hacer misericordia a su descendencia, deben presentar a sus criaturas para recibir el signo de la misericordia; y con ello consolarse y corroborar su fe, al ver con sus mismos ojos la alianza del Señor sellada en el cuerpo de sus hijos.
El provecho que los niños reciben es que la Iglesia, reconociéndolos como miembros suyos, los tiene en mayor estima; y ellos; al ser mayores tienen ocasión de inclinarse más al servicio de Dios, que se les ha manifestado como Padre antes de que tuviesen entendimiento para comprenderlo, recibiéndolos en el número de los suyos desde el seno mismo de su madre.

Finalmente, debemos siempre temer que, si menospreciamos marcar a nuestros hijos con la señal del pacto, el Señor nos castigue por ello (Gn.17,14); porque al hacerlo así renunciamos al beneficio y a la merced que nos ofrece.

10. Argumentos de los anabaptistas

1°. La circuncisión no es comparable al Bautismo. Pasemos ahora a las razones y argumentos con que el espíritu maligno procura engañar a muchos con el pretexto de que quieren fundamentarse en la Palabra de Dios; y consideremos la fuerza que tienen las sutilezas de Satanás, con las que pretende invalidar esta disposición del Señor, que siempre fue mantenida en la Iglesia como se debía.

Los que, impulsados por el diablo, se oponen en esta materia a la Palabra de Dios, al verse cogidos y convencidos con la semejanza que hemos expuesto entre la circuncisión y el Bautismo, se esfuerzan en probar que existe una gran diferencia entre estos dos signos, de tal modo que apenas convengan nada entre sí. Dicen primeramente que la cosa significada no es la misma; en segundo lugar, que el pacto es diferente; y, en fin, que el término de niños ha de entenderse dé diversa manera.

Para probar lo primero alegan que la circuncisión fue figura de la mortificación, y no del Bautismo; lo cual nosotros les concedemos de buen grado, pues redunda en nuestro favor. En efecto, para probar nuestra tesis no empleamos otras palabras sino éstas: la circuncisión y el Bautismo representan igualmente la mortificación. De lo cual concluimos que el Bautismo ha sucedido a la circuncisión, puesto que el Bautismo significa para los cristianos lo mismo que la circuncisión significaba para los judíos.

En cuanto a lo segundo que alegan, muestran con ello cuán trastornado tienen su entendimiento, corrompiendo y destruyendo la Escritura con gran temeridad; y esto no en un solo lugar, sino en general. Porque ellos nos presentan a los judíos como un pueblo carnal y embrutecido; más semejante a las bestias que a los hombres; con el cual Dios no ha establecido más que un pacto en orden a esta vida temporal, ni les ha hecho más promesa que la de los bienes presentes y corruptibles. De ser esto así, ¿qué quedaría sino considerar al pueblo judío como una piara de puercos, que el Señor ha querido engordar en la pocilga, para dejarlos después perecer para siempre? Porque siempre que les citamos la circuncisión y las promesas que les fueron hechas, en seguida responden que la circuncisión fue señal literal, y sus promesas, carnales.

11. 2°. La circuncisión no ha sido más que un signo literal y carnal

Ciertamente, si la circuncisión fue un signo literal, también lo es el Bautismo, puesto que san Pablo no considera más espiritual al uno que al otro, al decir que fuimos circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de nosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo (Col. 2, 11). y después, para aclarar esto, añade que por el Bautismo somos sepultados juntamente con Cristo. ¿Qué quieren decir estas palabras, sino que el cumplimiento y la verdad del Bautismo es también el cumplimiento y la verdad de la circuncisión, por cuanto figuran la misma cosa? Pues él pretende demostrar que el Bautismo es lo mismo para los cristianos, que la circuncisión era para los judíos.

Mas como ya he demostrado bien claramente que las promesas de ambos signos, y los misterios que en ellos se representan, convienen entre sí, no me detendré más en ello al presente. Solamente quiero advertir a los fieles que consideren por sí mismos si se debe tener por terreno y literal un signo que no contiene cosa alguna que no sea espiritual y celestial. Mas como ellos alegan ciertos pasajes de la Escritura para probar su mentira, y así engañar a los ignorantes, contestaremos brevemente a las objeciones que a este propósito pueden hacer.

Es cosa muy cierta que las principales promesas que el Señor ha hecho a su pueblo en el Antiguo Testamento, y en las cuales se contenía el pacto que con él estableció, eran espirituales y se referían a la vida eterna. De acuerdo con ello, los patriarcas las entendieron espiritualmente para concebir la esperanza de la gloria venidera, y sentirse arrebatados de afecto a ella. Sin embargo, no negamos que les ha manifestado su benevolencia con otras promesas carnales y terrenas; y ello para confirmar las promesas espirituales; como vemos que Dios, después de haber prometido a Abraham la bienaventuranza inmortal, añade la promesa de la tierra de Canaan, para declararle su gracia y favor hacia él (Gn.15, 1-18). De esta manera se deben entender todas las promesas terrenas que hizo al pueblo judío, haciendo preceder la promesa espiritual como fundamento y principio, a la cual se ha de referir todo lo demás. Esto lo trato aquí sucintamente, porque ya lo he expuesto por extenso en el tratado acerca del Antiguo y del Nuevo Testamento.

12. 3°. Los hijos de Abraham fueron su descendencia carnal

La diferencia que establecen entre los niños del Antiguo y los del Nuevo Testamento es que los hijos de Abraham eran entonces su descendencia según la carne; pero que ahora se llaman hijos de Abraham a quienes le imitan en la fe. Por esto aquella infancia según la carne, que por la circuncisión ingresaba en el pacto, figuraba a los hijos espirituales del Nuevo Testamento, que por la Palabra de Dios son regenerados para gozar de la inmortalidad. En esto .hay Ciertamente algún destello de verdad; pero yerran sobremanera estos espíritus ligeros, cuando inconsideradamente toman lo primero que les viene a mano, en vez de pasar adelante cotejando unas con otras todas las cosas, y no aferrándose pertinazmente a una sola palabra. Por eso no pueden por menos que andar siempre a tientas; y la causa es que nada tiene fundamento sólido.

Admitimos que la descendencia carnal de Abraham ocupó por algún tiempo el lugar de los hijos espirituales, que por la fe son incorporados a él. Porque nosotros somos llamados sus hijos, aunque según la carne no tengamos parentesco alguno con él. Pero si ellos entienden, como sus palabras indican, que la bendición espiritual no fue nunca prometida a la descendencia carnal de Abraham, se engañan grandemente. Por tanto, es mejor que apunten en otra dirección; a saber, aquella hacia la cual la Escritura misma nos encamina. Pues el Señor promete a Abraham que en su descendencia todas las gentes de la tierra habrán de ser benditas; ya la vez, que Él será su Dios y el de su posteridad. Todos los que reciben a Cristo, autor de esta bendición, son herederos de esta promesa; y por eso se llaman hijos de Abraham.

13. Y aunque después de la resurrección-de Jesucristo, el reino de Dios ha dilatado sus fronteras para que todos los pueblos y naciones tengan indiferentemente entrada en él, a fin de que, como Él mismo dice, los fieles sean reunidos de todas las partes del mundo y se sienten en la gloria celestial en compañía de Abraham; Isaac y Jacob (Mt.8, 11); sin embargo, todo el tiempo que precedió a la misma nuestro Señor tuvo esta gracia como encerrada entre el pueblo judío, y a él llamaba su reino, su pueblo peculiar, y su heredad (Ex. 19, 5). Ahora bien, el Señor, para hacer pública esta merced, les dio la circuncisión, que les servía de señal por la que Él declaraba que era su Dios, recibiéndolos bajo su amparo y protección, para guiarlos a la vida eterna. Porque cuando Dios nos toma bajo su protección, ¿qué nos puede faltar?

Testimonio de san Pablo. Por esta causa, san Pablo, queriendo demostrar que los gentiles son hijos de Abraham exactamente igual que los judíos, dice así: Abraham fue justificado por la fe, antes de ser circuncidado; después recibió la circuncisión como signo. de la justicia, para que fuese padre de todos los creyentes, incircuncisos y circuncidados; no de aquellos que se glorían de la sola circuncisión, sino de los que siguen la fe que nuestro padre Abraham tuvo en la in circuncisión (Rom. 4,10-12). Vemos cómo equipara los unos a los otros en dignidad. Porque Abraham fue todo el tiempo que Dios dispuso, padre de los fieles circuncidados; pero cuando la pared se derrumbó, como dice el Apóstol, para abrir la puerta a los que estaban fuera y que entrasen en el reino de Dios (Ef.2, 14), fue hecho padre de ellos, aunque no estuviesen circuncidados, porque el Bautismo les servía de circuncisión. Y lo que el Apóstol niega expresamente: que Abraham no haya sido padre más que de los que no tenían otra cosa sino la circuncisión, lo dijo ex professo para abatir la vana confianza de algunos judíos, que sin hacer caso alguno de la piedad, se preocupaban mucho de las meras ceremonias. Y lo mismo se podría decir del Bautismo, para refutar el error de aquellos que no buscan otra cosa en él sino el agua solamente.

14. Pero, ¿qué es lo que el Apóstol quiere decir en otro lugar, cuando enseña que los verdaderos hijos de Abraham no son quienes lo son según la carne, sino según la promesa (Rom.9, 7-8)? Ciertamente de aquí quiere concluir que el parentesco según- la carne no sirve de nada. Pero es preciso que consideremos atentamente lo que el Apóstol trata en este lugar. Queriendo demostrar a los judíos que la gracia de Dios no está ligada a la descendencia de Abraham según la carne, y que este parentesco en sí mismo no merece estima alguna, en confirmación de esto aduce, en el capítulo nono; el ejemplo de Ismael y Esaú, los cuales, si bien eran descendientes de Abraham según la carne, sin embargo fueron desechados como extraños, recayendo la bendición sobre Isaac y Jacob; de lo cual se sigue, como él mismo concluye, que la salvación depende de la misericordia de Dios, que Él otorga a quien le place; y que, por tanto, los judíos no tienen de qué vanagloriarse de pertenecer a la Iglesia de Dios, si no guardan la condición del pacto; a saber, si no obedecen a su Palabra. Sin embargo, después de haber abatido la vana confianza de los judíos, sabiendo por otra parte que el pacto establecido por Dios con Abraham y su descendencia no era vano, sino que conservaba su valor y estimación, en el capítulo once declara que no se debe menospreciar a” esta descendencia de Abraham según la carne, y que los judíos son los verdaderos y primeros herederos del Evangelio, a no ser que, por su ingratitud, se hagan indignos y queden desheredados; pero de tal manera que la gracia celestial nunca se ha apartado por completo de esta nación. Por eso el Apóstol, aunque contumaces y rebeldes, les llama santos. Tan grande es la honra que les atribuye a causa del origen santo de que proceden. En cuanto a nosotros, dice, si nos comparamos con ellos, no somos más que hijos abortivo s de Abraham; y aun esto por adopción, y no por naturaleza; como si un renuevo fuese injertado en’"otro árbol. Y por eso, para que no perdiesen su privilegio, fue necesario que primeramente a ellos antes que a ninguna otra nación se les anunciase el Evangelio. Porque ellos son los primogénitos en la casa de Dios. Por eso hubo que darles esta honra, hasta que ellos mismos la desecharon y con su ingratitud hicieron que se ofreciese a los gentiles. Y por más rebeldes que se muestren al Evangelio, no debemos menospreciados, esperando que la bondad de Dios aún está sobre ellos a causa de la promesa. Porque san Pablo declara que nunca se apartará de ellos, al decir que los dones y la vocación de Dios son sin arrepentimiento ni m4tación (Rom. l}, 29).

15. Conclusión. - Los judíos y los cristianos participan del beneficio del mismo pacto

He aquí, pues, de cuánta importancia es la promesa hecha a la posteridad de Abraham. Por eso, aunque la ’sola elección domine en cuanto a esto para diferenciar a los herederos del reino de los cielos de quienes no lo son, sin embargo ha querido Dios poner los ojos particularmente en la raza de Abraham, y testimoniar esta su misericordia, y sellada con la circuncisión. Y lo mismo vale para los cristianos. Porque así como san Pablo afirma en cierto lugar que los judíos son santificados por ser de la raza de Abraham, así también en otro pasaje declara que los hijos de los cristianos son ahora santificados por sus padres (1 Cor. 7,14); y, por tanto, deben ser diferenciados de los otros, que permanecen todavía en su impureza. De ahí se puede fácilmente juzgar que es completamente falso lo que éstos pretenden concluir; a saber, que los niños que antiguamente se circuncidaban figuraban solamente la infancia espiritual, que procede de la regeneración de la Palabra de Dios: Porque el Apóstol no argumenta tan sutilmente cuando escribe que “Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión… para confirmar las promesas hechas a los padres” (Rom. 15,8). Como si dijera: Puesto que el pacto hecho con Abraham pertenece también a su descendencia, Jesucristo, a fin de cumplir la verdad de su Padre, ha venido para llamar a esta nación a la salvación. He aquí cómo san Pablo entiende Que la promesa se debe cumplir siempre al pie de la letra, como suenan las palabras, en la descendencia según la carne, aun después de la resurrección de Cristo. Y lo mismo dice san Pedro en el capítulo segundo de los Hechos: anuncia a los judíos que la promesa les pertenece a ellos y a sus descendientes. Y en el capítulo tercero les llama hijos del pacto (Hch.3,25), que quiere decir herederos (en virtud siempre de la promesa). Y así lo confirma san Pablo, según lo hemos citado; pues él pone la circuncisión de los niños como testimonio de la comunión espiritual que tienen con Cristo (Ef.2,11-l2). Si las cosas fuesen como éstos dicen, ¿qué responderían a la promesa que el Señor hace a sus fieles en la Ley, de mostrar su misericordia a sus descendientes por mil generaciones? Si recurren a la alegoría, la respuesta es vana. ¿O dirán quizás que la promesa ya está abolida? Esto sería destruir la Ley de Dios, que más bien ha sido confirmada por Cristo, en cuanto sirve para nuestro bien y salvación.

Permanezcamos, pues, firmes en que el Señor es tan bueno y munífico con los suyos, que no solamente los tiene a ellos por pueblo suyo, sino también a sus descendientes por causa de ellos.

16. 4°. Otros argumentos para diferenciar la circuncisión del Bautismo

Las otras diferencias que se esfuerzan por establecer entre la circuncisión y el Bautismo son vanas y ridículas, y se contradicen unas a otras. Porque después de afirmar que el Bautismo pertenece al primer día de la batalla cristiana, que es espiritual; y la circuncisión, al octavo, después que la mortificación de la carne ha sido del todo realizada, prosiguen diciendo que la circuncisión figura la mortificación del pecado, y el Bautismo la sepultura, después de que hemos muerto en él.

Ciertamente un loco no se contradiría de modo tan flagrante. Porque de lo primero que afirman se seguiría que el Bautismo debería preceder en el tiempo a la circuncisión; y de lo segundo, lo contrario, a saber, que debería serie posterior.

No hemos de extrañarnos de tales contradicciones; porque el espíritu del hombre, cuando se da a inventar fábulas e imaginaciones semejantes a los sueños, necesariamente ha de caer en tales desvaríos.

Si querían ver una alegoría en el octavo día, debían haber procedido de otra manera. Mucho mejor hubiera sido exponer, como lo hicieron los antiguos, que esto era para mostrar que la renovación de vida depende de la resurrección de Cristo, la cual tuvo lugar al octavo día; o bien, que es preciso que esta circuncisión del corazón sea perpetua y mientras dure la vida.! Aunque hayal parecer alguna razón para creer que el Señor, al diferir la circuncisión hasta el octavo día, haya tenido en cuenta la tierna edad de los niños; porque la herida en los recién nacidos sería más peligrosa, y queriendo su Majestad que su pacto fuera impreso en sus cuerpos, es verosímil que haya fijado este término, a fin de que estuviesen lo suficientemente fuertes como para que su vida no peligrase.

La segunda diferencia que establecen no tiene más solidez; pues es una burla decir que por el Bautismo somos sepultados después de la mortificación; porque más bien somos enterrados para ser mortificados, como lo enseña la Escritura (Rom. 6,4).

Finalmente alegan que si nosotros tomamos la circuncisión por fundamento del Bautismo, no deberíamos bautizar a las niñas, puesto que solamente los niños se circuncidaban. Pero si consideran debidamente el significado de la circuncisión, no podrán decir esto. Porque siendo así que el Señor con este signo demostraba la santificación de la posteridad de Israel, es del todo cierto que ella servía lo mismo para las niñas que para los niños; pero la señal no se les aplicaba a ellas porque su sexo nO’ la admitía. Y así el Señor, al ordenar que los varones fuesen circuncidados, en ellos comprendía también al sexo contrario, que al no poder recibir la circuncisión en su propio cuerpo, participaba en cierto modo de la circuncisión de los varones.

En conclusión: dejemos a un lado todas estas locas fantasías, como se merecen, y retengamos firmemente la semejanza que existe entre el Bautismo y la circuncisión en cuanto al misterio interior, a las promesas, al uso y a la eficacia.

17. 5°. Los niños son incapaces de comprender el bautismo

Les parece también que tienen razón sobrada para que no sean bautizados los niños, por el hecho de que no tienen uso de razón para comprender el misterio que en él es representado; a saber, la espiritual regeneración, de la cual los niños no son capaces. De ahí concluyen que se les debe dejar como a hijos de Adán, hasta que hayan llegado a una edad en que sean capaces de esta regeneración.

Pero la verdad de Dios es muy contraria a todo esto. Porque si se les debe dejar como a hijos de Adán, se les deja en la muerte; pues en Adán no hay más que muerte. Cristo, por el contrario, manda que los lleven a Él (Mt.19, 14). ¿Por qué? Porque Él es la vida. Quiere, pues, hacerlos compañeros suyos, para vivificarlos. Pero éstos luchan contra su voluntad, diciendo que permanezcan en la muerte. Porque, si piensan que los niños no se pierden por ser hijos de Adán, su error es ampliamente refutado por el testimonio de la Escritura. Al decir que todos mueren en Adán (1 Cor.15,22), se sigue que no hay esperanza alguna de vida sino en Cristo. Por tanto, para ser herederos de la vida es preciso tener parte con Cristo. Asimismo en otro lugar se dice que todos somos por naturaleza hijos de ira, concebidos en pecado (Ef. 2, 3), el cual trae siempre consigo la condenación; por tanto, debemos despojamos de nuestra naturaleza, para poder entrar en el reino de Dios. ¿Y se puede decir algo más claro que estas palabras: “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1 Cor.15,50)? Es necesario, pues, que cuanto hay en nosotros perezca, para ser hechos herederos de Dios; lo cual no puede tener lugar sin ser regenerados. Finalmente es necesario qué permanezca verdadera la Palabra del Señor, cuando dice que Él es la vida (Jn. 11,25; 14,6). Así pues, es necesario que seamos injertados en Él para quedar libres de la servidumbre de la muerte.

6°. No pueden ser regenerados. Mas, ¿de qué manera, argumentan ellos, son regenerados los niños, que no conocen el mal ni el bien? A esto respondemos que, aunque la acción de Dios permanezca oculta e incomprensible para nosotros, sin embargo no por eso hay que dejar de hacerla. Que el Señor regenere a las criaturas que quiere salvar, como es del todo cierto que salva a algunas, es del todo evidente. Porque si nacen en la corrupción, deben ser purificadas antes de entrar en el reino celestial, donde no puede penetrar cosa alguna manchada (Ap. 21,27). Si las criaturas nacen en pecado, como lo declaran David y san Pablo (Sal. 51,5; Ef. 2, 3), necesariamente, o permanecen en desgracia de Dios y como objeto de su ira, o son justificadas para serle gratas. Pero, ¿a qué buscamos más, cuando el mismo Juez celestial nos dice que para entrar en su reino es menester que renazcamos (Jn. 3, 3)? Y para cerrar la boca a todos los amigos de murmuraciones, nos ofrece un ejemplo admirable en san Juan Bautista, santificándolo en el vientre de su madre (Lc.1,15), y demostrando con ello que lo mismo podía hacer con los demás.

La otra escapatoria que proponen tampoco tiene valor. Dicen que esto lo hizo Dios una vez; y que de ahí no se sigue que lo haga con las otras criaturas. Nosotros no afirmamos tal cosa; simplemente pretendemos demostrar que ellos sin razón alguna quieren restringir la virtud y potencia de Dios con los niños; la cual, sin embargo, ya una vez la ha Él demostrado.

El otro subterfugio a que se acogen no es más sólido. Aseguran que es un modo de hablar de la Escritura decir “desde el vientre de la madre", en vez de desde la juventud. Porque se puede ver muy bien que el ángel, al decir estas palabras a Zacarías no quiso decir lo que ellos pretenden, sino que el niño, antes de nacer, sería lleno del Espíritu. Por tanto, no intentemos dar leyes -a Dios; dejémosle que santifique a quien bien le parezca, como lo hizo con san Juan, puesto que su mano no se ha acortado.

18. Sin embargo los niños tienen parte en la santificación de Cristo

De hecho, la razón de que Cristo fuese santificado desde su infancia fue que todas las edades indistintamente fuesen, santificadas en Él, según le pareciera. Porque de la misma manera que para destruir la culpa de desobediencia que en nuestra carne se había cometido, se revistió de esta misma carne, en la cual por nuestra causa y en nuestro nombre dar cumplida y perfecta obediencia; así también fue concebido por el Espíritu Santo para que del todo lleno de esta santidad nos la comunicase a nosotros. Y si tenemos en Jesucristo un perfectísimo dechado de todas las gracias y mercedes que Dios hace a los suyos, también en esto nos servirá de prueba de-que la mano de Dios no se ha acortado más para los niños que para los de otra edad. Sea de ello lo que fuere, tengamos por cierto que el Señor no saca de esta vida a ninguno de sus elegidos sin santificarlo y regenerarlo primero con su Espíritu.
A la objeción de que la Escritura no conoce ninguna otra regeneración que la que tiene lugar de la semilla incorruptible por la Palabra de Dios (1 Pe.1,23), respondemos que entienden muy mallo que dice san Pedro; pues él se dirige únicamente a los fieles que habían sido enseñados con la Palabra de Dios. A éstos afirmamos que la Palabra de Dios es la sola y única semilla de la regeneración espiritual; pero negamos que de esto se siga que los niños no puedan ser regenerados por la virtud y potencia de Dios a nosotros oculta y admirable, pero para Él fácil y común. Además, sería una cosa poco segura afirmar que el Señor no pueda de ninguna manera manifestarse a los niños.

19. 7°. Los niños no pueden tener fe

¿Cómo, dicen, puede ser esto, si, como asegura san Pablo, “la fe es por el oir” (Rom. 10, 17), y los niños son incapaces de discernir el bien del mal? Pero ellos no consideran que san Pablo habla aquí solamente de la manera ordinaria que usa el Señor para infundir la fe a los suyos; no que no pueda usar otra, como ciertamente lo hace con muchos, a los cuales, sin jamás hacerles oír la Palabra, los ha tocado interiormente para .llamarlos a su conocimiento. Y como les parece que esto repugna a la naturaleza de los niños, los cuales, como dice Moisés, “no saben lo bueno ni lo malo” (Dt. 1,39), les pregunto por qué quieren restringir la potencia de Dios, como si no supiese hacer con los niños lo que poco después hace perfectamente con ellos. Porque si la plenitud de la vida consiste en conocer perfectamente a Dios, como quiera que el Señor salva a algunos que mueren aún niños, es cierto que Dios se les ha manifestado enteramente. Y como ellos han de tener este perfecto conocimiento en la otra vida, ¿por qué no pueden tener mientras viven aquí un destello del mismo, principalmente cuando no decimos que Dios les quite esta ignorancia hasta que los saque de la prisión del cuerpo? No que yo quiera temerariamente afirmar que los niños tengan una fe cual la que nosotros tenemos; nuestra intención es solamente mostrar la temeridad y presunción de los que siguiendo su loca fantasía afirman y niegan cuanto se les antoja, sin tener en cuenta la razón para hacerlo así.

20. 8°. Los niños no pueden arrepentirse

Para más forzamos dicen que el Bautismo es sacramento, según lo enseña la Escritura, de penitencia y de fe. Mas como los. niños no son capaces de ello, hemos de guardamos de que al recibirlos en el Bautismo no hagamos vano y ridículo lo que el Bautismo significa.

Pero estos argumentos más combaten contra lo que Dios ha ordenado, que contra nosotros. Porque que la circuncisión fue signo de penitencia se ve muy claramente en muchos lugares de la Escritura, principalmente en el capítulo cuarto de Jeremías. Y san Pablo la llama “sello de la justicia de la fe” (Rom.4, 11). Que pregunten, pues, a Dios, por qué hacía que se aplicara a los niños; porque es la misma razón en el Bautismo que en la circuncisión. Si la circuncisión no se les dio a los niños sin motivo, tampoco ahora se les dará el Bautismo. Si se acogen a los subterfugios que suelen, a saber: que los niños han figurado a los que verdaderamente son niños en espíritu y en regeneración, ya se les ha cerrado esta puerta.

Lo que nosotros decimos es, pues, esto: que si el Señor ha querido que la circuncisión - aunque era sacramento de fe y de penitencia - fuese comunicada a los niños, no hay inconveniente alguno en que lo sea también ahora el Bautismo; a no ser que estos calumniadores quieran acusar a Dios por haberlo así ordenado. Pero la verdad, sabiduría y justicia de Dios brilla en todas sus obras para confundir la locura, mentira y maldad. Porque aunque los niños no comprendían lo que la circuncisión significaba, sin embargo no dejaban de ser circuncidados en su carne para mortificación interna de su naturaleza corrompida, para que meditasen en ello cuando la edad se lo permitiese. En resumen, esta objeción se soluciona en una palabra diciendo que son bautizados en la penitencia y en la fe futuras; de las cuales, aunque no vean cuando son bautizados apariencia alguna, sin embargo la semilla de ambas por una oculta acción del Espíritu Santo queda plantada.

De esta manera se responde a todos los textos referentes al Bautismo, cuyo significado retuercen contra nosotros. Así, de que san Pablo lo llama lavamiento de la regeneración y de renovación (Tit. 3, 5) concluyen que el Bautismo solamente se debe dar al que es capaz de ser regenerado y renovado; a lo cual les replicamos que la circuncisión es señal de regeneración y renovación, luego no se debía dar sino a los que eran capaces de la regeneración que significaba; de ser verdad lo cual, la ordenación de Dios de circuncidar a los niños seria frívola e Irrazonable. Por consiguiente, todas las razones que aducen contra la circuncisión en nada dañan al Bautismo.

Y no se pueden escapar diciendo que se debe dar por hecho lo que el Señor ha ordenado, y que se debe tener por firme, bueno y santo sin investigar más sobre ello; la cual reverencia no se debe a las cosas que Él no ha ordenado expresamente, como él bautismo de los niños y otras semejantes. Porque fácilmente les cogeremos con nuestra respuesta. Di0s ha ordenado con razón que los niños fuesen circuncidados, o no. Si Él lo ha ordenado de manera que nada se pueda decir en contra, tampoco habrá mal alguno en bautizar a los niños.

21. Así que la acusación de absurdo que ellos procuran aducir, la deshacemos de esta manera: los niños que reciben la señal de la regeneración y renovación, si mueren antes de llegar a la edad del discernimiento para comprenderlo, si son del número de los elegidos del Señor, son regenerados y renovados por su Espíritu del modo que a Él le place, conforme a su virtud y potencia oculta e incomprensible para nosotros. Si llegan a una edad en que pueden ser instruidos en la doctrina del Bautismo, comprenderán que en toda su vida no deben hacer otra cosa sino meditar en la regeneración de la cual llevan en sí mismos la señal desde su niñez.

De esta manera hay que entender también lo que enseña san Pablo, que “somos sepultados juntamente con (Cristo) por el bautismo” (Rom. 6,4; Col. 2, 12). Porque al decir esto no entiende que deba preceder al Bautismo; solamente enseña cuál es la doctrina del Bautismo, la cual se puede mostrar y aprender después de recibirlo, tan bien como antes. Asimismo Moisés y los profetas muestran al pueblo de Israel lo que la circuncisión significaba, aunque habían sido circuncidados en su niñez (Dt.10, 16; Jer.4,4).

Por tanto, si quieren concluir que todo cuanto se representa en el Bautismo le debe preceder, se engañan grandemente, puesto que todas estas cosas se escribieron a personas que habían sido ya bautizadas.

Lo mismo quiere decir san Pablo cuando escribe a los gálatas, que cuando fueron bautizados se revistieron de Cristo (Gál. 3,27). ¿Con qué fin? Para que después viviesen en Cristo, lo cual no habían hecho. Y si bien las personas mayores no deben recibir el signo sin que entiendan primero lo que significa, la razón no es la misma para los niños pequeños, como luego diremos.

Al mismo fin tiende lo que dice san Pedro, cuando afirma que el Bautismo, que se corresponde con el arca de Noé, nos ha sido dado para salvación; no el lavamiento externo de las suciedades de la carne, sino la respuesta de la buena conciencia para con Dios, que es por la fe en la resurrección de Jesucristo (1 Pe.3,21). Si la verdad del Bautismo, dicen, es el buen testimonio de la conciencia delante de Dios, cuando no se da esto en él, ¿qué será, sino una cosa vana y sin importancia? Por tanto, si los niños no pueden tener esta buena conciencia, su Bautismo no es sino vanidad. Pero se engañan siempre al querer que la verdad, que es precisamente lo que es significado, preceda sin excepción alguna al signo. Error que ya hemos refutado suficientemente. Porque la verdad de la circuncisión también consistía en el testimonio de la buena conciencia; y si esto hubiera de preceder necesariamente, Dios nunca hubiera mandado circuncidar a los niños. Pero al enseñamos el mismo Señor que ésta es la sustancia de la circuncisión, y, sin embargo,. ordenar que los niños se circuncidasen, nos demuestra claramente con ello que se les concedía respecto a eso para el futuro.

Por tanto, la verdad presente que debemos considerar en el bautismo de los niños es que es un testimonio de su salvación, que sella y confirma el pacto que Dios ha establecido con ellos. Los demás significados de este sacramento los comprenderán después, cuando agradare al Señor.

22. 9°. Refutación de otros argumentos

Las demás razones que suelen traer las trataremos brevemente.
Dicen que el Bautismo es un testimonio de la remisión de los pecados. También yo lo concedo; y afirmo que precisamente por esta razón conviene a los niños. Porque siendo pecadores, tienen necesidad de perdón y remisión de los pecados. Y como el Señor afirma que quiere ser misericordioso con esta tierna edad, ¿por qué vamos a prohibirIes el signo de la misma, que es mucho menos importante que la realidad que significa? y por eso nosotros volvemos el argumento contra ellos y decimos: el Bautismo es señal de la remisión de los pecados; luego la señal que sigue a la cosa, les es comunicada con todo derecho.

Alegan también lo que dice san Pablo, que el Señor purificó a su Iglesia en el lavamiento de agua por la Palabra (Ef.5,26). Lo cual es una prueba contra ellos; porque de lo que dice el Apóstol deducimos el argumento siguiente: si el Señor quiere que la purificación que Él opera en su Iglesia sea atestiguada y confirmada con el signo del Bautismo, y los niños pertenecen a la Iglesia, puesto que son contados en el pueblo de Dios, y pertenecen al reino de los cielos, se sigue que deben recibir el testimonio de su purificación como los demás miembros de la Iglesia. Porque san Pablo, sin exceptuar a persona alguna, comprende a toda la Iglesia en general cuando dice que Nuestro Señor la purificó con el lavamiento del agua (Ef. 5,26).

Lo mismo podemos concluir de lo que alegan, que por el Bautismo somos incorporados a Cristo (l Cor. 12, 13). Porque si los niños pertenecen al cuerpo de Cristo, como está claro por lo que hemos dicho, se sigue que es razonable que sean bautizados, para que no estén separados de su cuerpo. He aquí con qué ímpetu y fuerza pelean contra nosotros, acumulando textos de la Escritura sin entenderlos.

23. 10°. Los apóstoles no bautizan a los niños

Después quieren probar todo esto por la práctica que se siguió en tiempo de los apóstoles, en el cual ninguno era bautizado antes de hacer profesión de su fe y su penitencia. Porque san Pedro, dicen, preguntado por los que se querían convertir al Señor, qué era lo que debían hacer, les responde que se arrepientan y que se bauticen para remisión de sus pecados (Hch. 2, 37-38). Asimismo, cuando el eunuco pregunta a Felipe si debía bautizarse, le responde: “Si crees de todo corazón, bien puedes” (Hch. 8, 37). De esto concluyen que el bautismo no está mandado más que a aquellos que tienen fe y penitencia; y que el que carece .de esto no debe ser bautizado.

Si esta razón vale, se ve por el primer texto alegado que solamente bastaría la penitencia, pues no se hace en él mención alguna de la fe; y, a su vez, por el segundo, que solamente bastaría la fe, pues no se exige la penitencia. Dirán que un texto y otro se completan, y hay que unirlos para poder entenderlo s bien. Del mismo modo decimos nosotros también que para dar cohesión a todo hay que unir todos los demás pasajes que pueden ayudar a resolver esta dificultad, pues el verdadero sentido de la Escritura depende muchas veces del contexto.

Vemos, pues, que las personas que preguntan qué es lo que deben hacer para salvarse son personas que están ya en el uso de la razón. De éstos decimos que no deben ser bautizados sin que primeramente den testimonio de su fe y penitencia en cuanto se puede tener entre hombres. Mas los niños engendrados de padres cristianos no se han de contar en este número. Que esto sea así, y no una invención nuestra, se ve por los textos de la Escritura que confirman esta diferencia. Así vemos que si alguno antiguamente se hacía miembro del pueblo de Dios era preciso que antes de ser circuncidado fuese instruido en la Ley de Dios y en el pacto que se confirmaba con el sacramento de la circuncisión.

24. Pero la práctica de los apóstoles está de acuerdo con la doctrina del pacto
Tampoco el Señor, cuando hizo alianza- con Abraham, comenzó diciéndole que se circuncidase sin saber por qué había de hacerlo, sino que le explica el pacto que quiere confirmar con la circuncisión; y después que Abraham creyó en la promesa, entonces le ordenó el sacramento. ¿Por qué Abraham no recibe la señal sino después de haber creído, y en cambio su hijo Isaac la recibe antes de poder comprender lo que hacía? Porque el hombre, estando ya en la edad del discernimiento, antes de ser hecho partícipe del pacto debe saber primero qué es y en qué consiste. En cambio, el niño engendrado por este hombre, siendo heredero .del mismo pacto por sucesión, conforme a la promesa hecha al padre, con todo derecho es capaz del signo, aunque no comprenda lo que el mismo significa. O para decirlo más clara y brevemente, como el hijo del creyente participa del pacto de Dios sin entenderlo, no se le debe negar el signo; pues es capaz de recibirlo sin necesidad de comprenderlo. Ésta es la razón por la que Dios dice que los hijos de los israelitas son sus hijos, como si Él los hubiese engendrado (Ez.16,20; 23,37), pues sin duda alguna Él se considera Padre de todos aquellos a quienes ha prometido ser Dios de los mismos y de su descendencia. En cambio, el que nace de padres infieles no es contado en el pacto hasta que por la fe Se une con Dios. No es, pues, de extrañar que no se le dé el signo; pues de hacerlo se le daría en vano. Por eso dice san Pablo que los gentiles estaban durante el tiempo de su idolatría sin pacto (Ef. 2,12).

Me parece que toda esta materia quedará bien clara resumiéndola de esta manera: las personas mayores que abrazan la fe en Cristo no deben ser aceptadas para recibir el Bautismo antes de tener fe y penitencia, pues éstas solamente pueden abrir la puerta para entrar en el pacto. Mas los niños que sean hijos de cristianos, a los cuales les pertenece el pacto por herencia en virtud de la promesa; por esta sola razón son aptos para ser admitidos al Bautismo. Y lo mismo ha de decirse de los que confesaban sus faltas y pecados para que san Juan los bautizase (Mt. 3,6); el cual ejemplo se debe hoy seguir; porque si un turco o un judío viniera no debemos administrarle el Bautismo antes de haberlo instruido y de que haya hecho tal confesión que satisfaga a la iglesia.

25. 11°. Explicación de Juan 3,5

Aducen también las palabras de Cristo, que cita san Juan: “El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Jn. 3, 5). Aquí vemos, arguyen, cómo el Señor llama, al Bautismo, regeneración. Siendo así que los niños son incapaces de la regeneración, ¿cómo pueden ser aptos para recibir el Bautismo que no puede existir sin la misma?

Primeramente se engañan al pensar que este texto deba entenderse del Bautismo, porque en él se hace mención del agua. Porque después de exponer Jesucristo a Nicodemo la corrupción de nuestra naturaleza, y decide que es preciso que seamos regenerados, como Nicodemo se imaginaba un segundo nacimiento corporal, le muestra Cristo de qué manera Dios nos regenera; a saber, en agua y en Espíritu; como si dijese: Por el Espíritu, el cual purificando y regando las almas hace el oficio del agua. Así que yo tomo el agua y el Espíritu simplemente por el Espíritu, que es agua. Esta manera de hablar no es nueva, sino que está de acuerdo con la que se encuentra en san Mateo, donde Juan el Bautista dice: “El que viene tras mí, él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mt. 3,11). Por tanto, como bautizar en Espíritu Santo y fuego es dar el Espíritu Santo, el cual tiene la naturaleza y la propiedad del fuego para regenerar a los fieles, así también renacer por agua y por Espíritu no quiere decir otra cosa sino recibir la virtud del Espíritu Santo, que hace en el alma lo mismo que el agua en el cuerpo.

Sé que otros interpretan este pasaje de otra manera; pero yo no tengo duda de que éste es el sentido propio y natural del mismo, puesto que la intención de Cristo no es otra que advertimos sobre la necesidad de despojamos de nuestra propia naturaleza si queremos entrar en el reine de Dios. Aunque si quisiera andar con sutilezas a estilo de ellos, podría replicarles muy bien que aun concediéndoles cuanto dicen se seguirla que el Bautismo precede a la fe y a la penitencia, pues en las palabras de Cristo se nombra primero el Bautismo que el Espíritu. No hay duda que en este pasaje si habla de los dones espirituales; si tales dones siguen al Bautismo, he conseguido mi intento. Pero dejando a un lado todas estas sutilezas, contentémonos con la simple interpretación que he dado: que ninguno puede entrar en el reino de Dios hasta ser regenerado con el agua viva; es decir, con el Espíritu.

26. La verdadera regeneración no depende del Bautismo

Con esto también se convence de error a los que condenan a muerte eterna a todos los que no son bautizados. Supongamos, conforme a su opinión, que el Bautismo no se debe administrar sino a los adultos. ¿Qué dirían si un muchacho, instruido convenientemente en la religión, llegase a morir antes de poder ser bautizado? Nuestro Señor dice: “El que cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación mas ha pasado de muerte a vida” (Jn.5,24). No hay ningún lugar en que haya condenado a quienes no han -sido bautizados. No quiero que esto se entienda como si yo fuera de la opinión de que se puede prescindir del Bautismo sin miedo alguno; solamente quiero demostrar que no es de tal manera necesario que no sea excusable quien no lo ha recibido, si tenía un impedimento legítimo. En cambio, según la opinión de éstos, todos ellos sin excepción alguna serían condenados, aunque tuviesen fe, con la cual poseemos a Cristo. Y además condenan a todos los niños a los cuales no quieren conferir el Bautismo, el cual dicen que es necesario para la salvación. Vean ahora cómo pueden ponerse de acuerdo con lo que dice Cristo: que “de los tales es el reino de los cielos” (Mt.19,14). Por lo demás, aunque les concedamos todo lo que piden a este respecto ninguna otra cosa pueden concluir de ahí, si primero no consiguen refutar la doctrina referente a la regeneración de los niños, que hemos expuesto con claras y sólidas razones.

12°. Explicación de Mt.28,19.
Pero sobre todo aducen como principal fundamento de su opinión la primera institución del Bautismo, la cual, dicen, tuvo lugar, como refiere san Mateo en el capítulo último de su evangelio, cuando Cristo dijo: “Id, y haced discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mt. 28, 19-20). A lo cual unen lo que está escrito en san Marcos: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Mc.16, 16). He aquí, dicen, cómo nuestro Señor manda enseñar antes que bautizar, con lo cual demuestra que la fe debo: preceder al Bautismo. De hecho, lo ha demostrado con su propio ejemplo, pues no fue bautizado hasta la edad de treinta años (Mt. 3, 13;Lc. 3,23).

En esto se engañan grandemente. Pues es un error manifiesto decir que el Bautismo ha sido aquí instituido por primera vez, cuando el Señor desde el principio de su predicación mandó a sus apóstoles que lo administrasen. No hay, pues, razón para pretender que la Ley y regla del Bautismo ha de tomarse de estos pasajes que citan, como si en ellos se contuviese la institución primera del Bautismo.

Mas aun perdonándoles este error, ¿qué fuerza puede tener su argumento? Ciertamente, al que quisiera andar con tergiversaciones no se faltaria modo de escapar de ellos. Porque, ya que tanto insisten en el orden de las palabras, pretendiendo que como está dicho: Id y bautizad; y: El que creyere y se bautizare; se debe concluir que primero es predicar que bautizar, y creer que ser bautizado, ¿por qué no podemos replicar nosotros que antes se debe administrar el Bautismo que enseñar a guardar todo lo que se ha mandado, puesto que está escrito: Bautizad, enseñando a guardar todo lo que os he mandado? Lo cual también lo hemos advertIdo en la otra sentencia de Cristo de regeneración de agua y de Espíritu, que poco antes aduje. Porque si se entienden como a ellos les agrada, hay que concluir de ahí que el Bautismo ha de preceder a la regeneración espiritual, pues se nombra en primer lugar, ya que el Señor no dice que debemos ser regenerados de Espíritu y agua, sino de agua y de Espíritu.

28. Así, pues, el argumento al que tanta importancia daban resulta muy débil. Pero no nos detendremos aquí, sino que daremos una respuesta más firme y sólida en defensa de la verdad; a saber, que el principal mandamiento que el Señor da aquí a sus discípulos es que prediquen el Evangelio; a la cual predicación añade el ministerio de bautizar, como algo subordinado a su principal tarea. Por tanto, aquí no se habla del Bautismo sino en cuanto va unido a la predicación y la doctrina; lo cual se puede entender mejor exponiendo un poco más ampliamente las cosas.

El Señor envía a los apóstoles a instruir a los hombres, de cualquier nación que fueren, en la doctrina de la salvación. ¿Qué hombres? Evidentemente no entiende sino a los que son capaces de recibir la doctrina. Luego prosigue que éstos, después de haber sido instruidos, sean bautizados, añadiendo la promesa: Los que creyeren y se bautizaren serán salvos. ¿Se hace mención alguna de los niños en toda esta argumentación? ¿Qué clase de razonamiento es entonces la “que éstos emplean?: las personas mayores deben ser instruidas y han de creer antes de ser bautizadas; se sigue, por tanto, que el Bautismo no conviene a los niños. Por más que se atormenten no podrán deducir de este pasaje sino que se debe predicar el Evangelio a quienes son capaces de oirlo, antes de bautizarlos, puesto que de ellos se trata únicamente. Por tanto no se puede ver en tales palabras impedimento alguno para bautizar a los niños.

29. Y para que todo el mundo pueda ver claramente sus engaños, les demostraré con un ejemplo en qué se fundan.
Cuando dice san Pablo: “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tes. 3,10), el que de ahí quisiera concluir que los niños, como no trabajan, no deben comer, ¿no mereceria que todo el mundo se riera de él? ¿Por qué? Porque lo que se dice de una parte, ése lo aplica en general a todos. Pues otro tanto hacen éstos; porqué lo que se dice de las personas mayores lo aplican a los niños, haciendo una regla general.

En cuanto al ejemplo de Cristo, no prueba nada en favor de ellos. Dicen que Jesucristo no fue bautizado antes de los treinta años. Es verdad; pero la respuesta es muy clara: que entonces quiso Él comenzar su predicación, y con ella fundar el Bautismo, que ya san Juan había comenzado a administrar. Queriendo el Señor instituir el Bautismo con su propia doctrina, para dar mayor autoridad a esta institución, santificó el Bautismo en su cuerpo; y ello cuando sabía que era más propio y conveniente; a saber, al poner por obra el cargo de predicar que se le había dado.

En suma: no pueden deducir otra cosa sino que el Bautismo tiene su origen en la predicación del Evangelio. Y si les parece que hay que señalar el término de los treinta años, ¿por qué no guardan esto, sino que bautizan a todos aquellos que les parece se encuentran suficientemente instruidos? Incluso Servet, uno de sus maestros, que tan pertinazmente insistía en los treinta años, había ya comenzado a los veintiuno a ser profeta. ¡Goma si fuese admisible que un hombre pueda jactarse de ser doctor de la Iglesia antes incluso de ser miembro de ella!

30. Si se bautiza a los niños, habrá que admitirlos también a la Cena

Objetan también que según esa razón habría que administrar a los niños la Cena, lo cual nosotros, queremos excluir. iComo si la diferencia no se estableciera expresamente en la Escritura, y con toda claridad! Admito que antiguamente se hizo así en la Iglesia, como se ve en algunos escritores eclesiásticos, especialmente en san Cipriano y en san Agustín, pero esta costumbre fue abolida, y con toda razón. Porque si consideramos la naturaleza del Bautismo, veremos que es la primera entrada que tenemos para’ ser reconocidos como miembros de la Iglesia y contados en el número del pueblo de Dios. Por tanto, el Bautismo es la señal de nuestra regeneración y nacimiento, espiritual por el cual somos hechos hijos de Dios. Por el contrario, la Cena ha sido instituida para aquellos que, habiendo pasado ya de la primera infancia, son capaces de un alimento más sólido. Esta diferencia se indica bien claramente en las palabras del Señor. Para el Bautismo no establece distinción alguna de edad; mas para la Cena sí, al no permitir que sea comunicada más que a quienes pueden discernir el cuerpo del Señor, que se pueden examinar y probar, y pueden anunciar la muerte del Señor (Lc.22, 19), y entender cuánta es su virtud. ¿Podemos desear nada más claro?: “Pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa” (1 Cor.11,28). Es menester, pues, que preceda el examen, lo cual no pueden hacer los niños. Y: “El que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí” (1 Cor.11,29). Si no pueden participar de la Cena dignamente sino quienes se prueban y son capaces de conocer bien la santidad del cuerpo del Señor, ¿estaría bien que diéramos a nuestros niños veneno en lugar de pan de vida? ¿Qué quiere decir este mandato del Señor: Haced esto en memoria de mí?” ¿Qué quiere decir lo que de aquí concluye el Apóstol: Todas las veces que comiereis este pan, anunciaréis la muerte del Señor hasta que venga? ¿Qué recuerdo podemos exigir de los niños respecto a lo que nunca han entendido? ¿Cómo podrán anunciar la muerte del Señor, cuando ni siquiera saben hablar? Ninguna de estas cosas se requiere en el Bautismo. Por tanto la diferencia es muy grande entre estas dos señales; diferencia que también existió en el Antiguo Testamento entre signos semejantes y correspondientes a éstos. Porque la circuncisión, que evidentemente corresponde a nuestro Bautismo, se aplicaba a los niños (Gn.17, 12); pero el cordero pascual no se daba a todos indistintamente, sino sólo a los niños capaces de preguntar por el sentido del rito (Éx.12,26). Si esta gente tuviera un poco de discernimiento, no dejaría de comprender una cosa tan clara y manifiesta.

31. Refutación de los argumentos de Miguel Servet

Aunque me resulta enojoso hacer un catálogo de tantos desvaríos, que podrán resultar pesados al lector, sin embargo, como Servet, uno de los jefes principales de los anabaptistas, cree que ha aportado razones decisivas contra el Bautismo de los niños, será necesario refutarlas brevemente.

1º. Pretende que los signos que Cristo ha dado, siendo perfectos, requieren que aquellos a quienes se dan sean perfectos o capaces de perfección. La solución es fácil. En vana se limita la perfección del Bautismo a un solo momento, cuando se extiende y prolonga hasta la muerte. Más aún: deja ver bien a las claras su necedad al exigir perfección en el hombre el primer día que es bautizado, cuando el Bautismo nos invita a ella para todo el tiempo de nuestra vida, avanzando en ella cada día.

2º. Objeta que los sacramentos de Jesucristo son instituidos como memorial, para que cada uno recuerde que es sepultado con Cristo. Respondo que lo que él ha inventado no necesita respuesta. Por lo demás, bien claro se ve por las palabras de san Pablo, que lo que Servet quiere atribuir al Bautismo se refiere a la Cena; es decir, que cada cual se examine (1 Cor.11,26-28); lo cual no se dice del Bautismo. De donde concluimos que las criaturas que aún no se pueden examinar a sí mismas son justamente bautizadas.

3º. A su tercer argumento: que todo el que no cree en el Hijo de Dios permanece en la muerte, y que la ira de Dios está sobre él (Jn. 3,36); Y que por esta causa los niños, los cuales no pueden creer, están sumergidos en la condenación, respondo que Cristo no habla aquí de la culpa general que afecta a todos los hijos de Adán, sino que solamente amenaza a los que menosprecian el Evangelio; los cuales con su soberbia y obstinación menosprecian la gracia que por el Evangelio se les ofrece y presenta. Ahora bien, esto no tiene nada que ver con los niños. Además le opongo una razón contraria: que todo lo que Cristo bendice está libre de la maldición de Adán y de la ira de Dio!¡; ahora bien, sabemos que bendijo a los niños; luego se sigue que están libres de la muerte. Cita además falsamente lo que no se lee en ningún pasaje de la Escritura: Todo el que es nacido del Espíritu oye la voz del Espíritu. Mas, aun admitiendo que se halle escrito, no podrá concluir de aquí sino que los fieles son inducidos a seguir a Dios, según el Espíritu obra en ellos. Ahora bien, es un grave defecto aplicar a todos en general lo que se dice de algunos en particular.

4°. Su cuarta objeción es que como es antes lo que es animal o sensual (1 Cor.15,46), hay que esperar un tiempo conveniente para el Bautismo, que es espiritual. Admito que todos los descendientes de Adán, siendo engendrados según la carne, tienen consigo su condenación desde el seno de su madre; sin embargo, niego que esto impida a Dios poner remedio cuando bien le pareciere. Porque Servet nunca podrá demostrar que haya un término señalado en que la renovación espiritual deba comenzar. San Pablo declara que aunque los hijos de los fieles se encuentren por su naturaleza en la misma perdición que los demás, sin embargo son santificados por gracia sobrenatural (1 Cor.7, 14).

5°. Trae después una alegoría. David, al subir a la fortaleza de Sión, no llevó consigo ciegos ni cojos, sino soldados esforzados (2 Sam. 5, 8). Mas, ¿qué respondería Servet si le opusiese la parábola en que Dios convida al banquete celestial a los ciegos y a los cojos (Lc.14,21)? Le pregunto también si los cojos y mancos habían servido primero a Dios en la guerra. De lo cual se sigue que eran miembros de la Iglesia. Pero es superfluo insistir más tiempo en esto, puesto que no es más que una falsedad que él ha inventado.

Sigue luego otra alegoría: que los apóstoles fueron pescadores de hombres (Mt.4; 19), Y no de niños. Mas yo le pregunto qué quiere decir Cristo al afirmar que en la red del Evangelio se recogen toda clase de peces (Mt.13,47). Pero como no me gusta andar jugando con alegorías, respondo que cuando se les mandó a los apóstoles predicar, no se les prohibió bautizar a los niños. Y quisiera que me dijera, puesto que la palabra griega que usa el evangelista significa toda criatura humana, por qué excluye a los niños.

6°. Dice luego que las cosas espirituales se han de acomodar a las espirituales (1 Cor. 2, 13); y que no siendo los niños espirituales no son aptos para recibir el Bautismo. Pero en primer lugar se ve claramente que retuerce perversamente el texto de san Pablo. Allí se trata de la doctrina; como los corintios se deleitaban sobremanera con sutilezas e ingeniosidades, san Pablo reprende su negligencia por tener aún necesidad de aprender los primeros rudimentos de la religión cristiana. ¿Quién se atreverá a concluir de aquí que los niños no deben ser bautizados; a los cuales, si bien engendrados según la carne, Dios los consagra y dedica a sí mismo por una gratuita adopción?

7°. En cuanto a la objeción de que si son hombres nuevos, como nosotros decimos, deben ser alimentados con un sustento espiritual, es fácil la respuesta. Los niños son admitidos en el redil de Cristo por el Bautismo, y esta marca de su adopción basta hasta que crezcan y puedan mantenerse con un alimento sólido; y por tanto, que hay que esperar al tiempo del examen que Dios exige para la Cena.

8°. Objeta luego. que Cristo convida a todos a su Cena. Pero está bien claro que Cristo admite solamente a aquellos que están ya preparados para celebrar la memoria de su muerte. De donde se sigue que los niños, a quienes ha tenido a bien recibir en sus brazos, no dejan de pertenecer a la Iglesia, aunque permanezcan en un grado inferior hasta que lleguen a la edad de la discreción.

A su réplica, que es algo monstruoso que un hombre después de haber nacido, no coma, respondo que las almas se apacientan con otro mantenimiento distinto del pan visible de la Cena; y, por tanto, que Cristo no deja de ser pan con que sustentar a los niños, aunque no reciban su señal visible: pero que respecto al Bautismo la razón es muy diferente; pues por él solamente se les abren las puertas para entrar en el gremio de la Iglesia.

9°. Objeta también que un buen mayordomo distribuye a su familia el sustento a su tiempo y sazón. De muy buen grado lo admito. Pero, ¿con qué autoridad y derecho determina un momento propio en el Bautismo, para probar que en los niños no se da el momento oportuno de recibirlo?

10°. Aduce también el mandato de Cristo a sus apóstoles de que se den prisa para la siega, pues ya los campos blanquean (Jn. 4, 35). Con esto Cristo no quiso decir otra cosa sino que, viendo los apóstoles el fruto de su trabajo, se preparasen a enseñar con alegría. ¿Quién concluirá de ahí que no hay otro tiempo conveniente y adecuado para el Bautismo que el de la siega?

11°. Su onceno argumento es que en la Iglesia primitiva todos los cristianos se llamaban discípulos (Hch. 11, 26), Y por esto los niños no pueden entrar en el número de los mismos. Pero ya hemos visto cuán neciamente argumenta elevando a ley general lo que se dice en particular. San Lucas Ilama discípulos a aquellos que habían sido instruidos y hacían profesión de cristianos, igual que en tiempo de la Ley, los judíos se llamaban discípulos de Moisés; pero ninguno concluirá de aquí que los niños eran extraños, cuando Dios había declarado que eran sus familiares, y como tales los ha considerado.

12°. Dice también que todos los cristianos son hermanos, y que si no damos la Cena a los niños, no los tenemos por tales. Pero yo vuelvo a mi principio: que no son herederos del reino de los cielos sino quienes son miembros de Cristo, y que el honrar y abrazar Cristo a los niños fue una verdadera señal de su adopción, mediante la cual los ha unido a los mayores. El que durante algún tiempo no sean admitidos a la Cena, no impide que sean verdaderamente miembros de la Iglesia. Porque el ladrón que se convirtió en la cruz no dejó de ser hermano de todos los fieles por no haber recibido nunca la Cena.

13°. Añade luego que ninguno es hermano nuestro sino por el Espíritu de adopción, que solamente se da por la fe (Rom. 10, 17). Respondo que no hace más que cantar siempre la misma canción, aplicando sin propósito a los niños lo que solamente está dicho de los mayores. Enseña allí san Pablo que Dios comúnmente llama a sus elegidos a la fe suscitando buenos doctores, por cuyo ministerio y diligencia les tiende la mano. Mas, ¿quién se atreverá a imponerle a Dios ley rara que no incorpore a los niños a Jesucristo por otro camino secreto?

14°. La objeción de que Cornelio fue bautizado después de haber recibido el Espíritu Santo es tan desatinada como querer convertir en regla general un caso particular. Lo cual se ve por el eunuco y los samaritanos (Hch. 8,17.38; 10,44), con los cuales Dios observó un orden diverso, queriendo que fuesen bautizados antes de recibir el Espíritu.

15°. La razón décimoquinta es bien necia. Afirma que por la regeneración nosotros somos hechos dioses; y que son dioses aquellos a quienes se ha anunciado la Palabra de Dios (Jn.10, 35), lo cual no es propio de los- niños. El atribuir la divinidad a los fieles es uno de sus desvaríos del que no quiero tratar ahora. Pero obra descaradamente al traer por los cabellos el texto del salmo, torciéndolo en otro sentido muy diferente. Cristo dice que los reyes y los magistrados son llamados dioses por el profeta, porque Dios los ha constituido en su estado y dignidad. Este sutil doctor, lo que se dice de modo especial del cargo de gobernar lo aplica a la doctrina del Evangelio, para arrojar a los niños del seno de la Iglesia.

16°. Arguye también que los niños no deben ser tenidos por hombres nuevos, pues no son engendrados por la Palabra. Pero vuelvo a repetir lo que tantas veces, he dicho: que la doctrina del Evangelio es la semilla incorruptible para regenerar a aquellos que son capaces de recibida; pero en cuanto a los que por su edad no son capaces de ser enseñados, Dios tiene sus medios y caminos para regenerados.

17°. Vuelve luego a las alegorías: que los animales bajo la Ley no fueron ofrecidos de recién nacidos (Éx.12, 5). Si es lícito traer así figuras a nuestro talante, podría replicarle que todos los primogénitos eran consagrados a Dios apenas salían del vientre de sus madres (Éx. 13,2). De donde se sigue que para santificar a los niños no debemos esperar a que lleguen a ser adultos, sino que deben ser dedicados y ofrecidos desde su nacimiento.

18°. Porfía también diciendo que ninguno puede llegar a Cristo si no ha sido preparado por el Bautista. Como si el oficio de san Juan no hubiera sido temporal. Pero aun dado esto, afirmo que tal preparación no tuvo lugar en los niños que Cristo abrazó y bendijo. Por tanto no hagamos caso de ella, ni de su falso principio.

19°. Finalmente cita en defensa suya a Mercurio Trismegisto y las Sibilas, según los cuales las abluciones sagradas no convienen sino a personas de edad. He aquí en qué estima y reverencia tiene el Bautismo de Cristo, que quiere regulado conforme a los ritos profanos de los paganos, de tal manera que sea administrado como lo prescribe Trismegisto, discípulo de Platón. Pero la autoridad de Dios debe ser para nosotros de mayor estima; y a El le ha placido dedicar a sí mismo los niños, santificándolos con una señal solemne, cuya virtud aún no entienden. y no creemos lícito tomar de las explicaciones de los gentiles cosa alguna que mude o altere en nuestro Bautismo la inviolable y eterna Ley de Dios, que Él ordenó en la circuncisión.

20°. Como conclusión argumenta de esta manera: si es lícito bautizar a los niños que carecen de entendimiento, también será válido el Bautismo que dan los niños cuando juegan.

Respecto a esto que se las entienda con Dios, quien ordenó que la circuncisión se aplicase lo mismo a niños que a mayores. Y si tal ha sido el mandato de Dios, será un miserable quien bajo tal pretexto quiera trastocar la santa e inviolable institución que Dios ha ordenado. Pero no hay que maravillarse de que tales espíritus malvados, como arrebatados de un frenesí, profieran absurdos tan enormes para mantener sus errores, ya que Dios castiga justamente su soberbia y obstinación con tal locura.

Me parece que he demostrado con suficiente evidencia cuán débiles son las razones con que Servet ha querido ayudar a sus compañeros los anabaptistas.

32. Conclusión contra los anabaptistas

Lo que hemos dicho creo que bastará para demostrar cuán sin causa y sin razón alguna turba esta gente la Iglesia del Señor al promover disputas y cuestiones sobre el Bautismo de los niños. Por eso estará bien considerar qué es lo que Satanás pretende con esta astucia. Y lo que él pretende es evidentemente quitarnos aquel singular fruto de confianza y de gozo espiritual que el Señor nos ha querido dar con su promesa, y oscurecer igualmente la gloria de su nombre. Porque, ¡cuán grato es alas fieles asegurarse, no sólo con la Palabra, sino también con sus propios ojos, de que han alcanzado tanta gracia y favor ante el Padre de las misericordias, que no solamente tiene cuidado de ellos, sino incluso, por amor a ellos, de toda su posteridad!

Por aquí podemos considerar cómo Dios se conduce con nosotros, como un buen padre de familia, que después de nuestra muerte no deja de cuidar de nosotros, y hasta remedia y provee a nuestros hijos. ¿No debemos, al considerar esto, saltar de gozo a ejemplo de David, para que por esta demostración de su bondad, su nombre sea santificado? He aquí por qué Satanás se esfuerza, tanto en privar a nuestras criaturas del beneficio del Bautismo; su finalidad es que al ser borrada de nuestra consideración la testificación que el Señor ha ordenado para confirmamos las gracias que quiere concedernos, poco a poco nos vayamos olvidando de la promesa que nos hizo respecto a ellos. De donde no sólo nacería una impía ingratitud para con la misericordia de Dios, sino también la negligencia en instruir a nuestros hijos en el temor de Dios, en la disciplina de la Ley y en el conocimiento del Evangelio. Porque no es pequeño estímulo para movemos a educarlos en la verdadera piedad y obediencia de Dios saber que desde su nacimiento los ha recibido el Señor en su pueblo, haciéndolos miembros de su Iglesia. Por tanto, sin rechazar tan grande liberalidad del Señor, presentémosle confiadamente nuestras criaturas, a las cuales ha dado con su promesa entrada en la compañía de aquellos que Él ha establecido como sus familiares y domésticos, que son la Iglesia cristiana.

 ¿QUE ES? LA TEOLOGÍA DEL PACTO La Teología del Pacto enseña la unidad de las Escrituras y el Pacto de Gracia a través de toda la historia. ...